El Obispo de Cuernavaca encabezó las actividades del Domingo de Ramos en la catedral de la ciudad; resaltó proceso de canonización del padre William B. Wasson.
Durante la misa de Domingo de Ramos, el obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, reflexionó sobre el inicio de la Semana Santa, como un signo de gratitud y de adoración a Jesucristo por su sacrificio.
Después de encabezar la procesión dentro de la Catedral de Cuernavaca, dijo que en el Domingo de Ramos la liturgia está ofreciendo una anticipación concentrada de lo que se va a vivir durante la Semana Santa.
"No es una semana para quedarnos sólo con vacaciones, con impresiones sentimentales; hemos de aprovechar este bellísimo tiempo de gracia para llegar a una compasión a lo más profundo de nuestra actitud espiritual, para percibir el fondo de lo que significa la pasión de Cristo y de su resurrección; la raíz de su sufrimiento, la novedad exaltante que de él está brotando y la fuente de esperanza", expresó el obispo de Cuernavaca.
El también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), habló del proceso de canonización del padre William B. Wasson, fundador de "Nuestros Pequeños Hermanos", que existe en nueve países y apoya a más de 20 mil jóvenes.
En este sentido, Ramón Castro dijo que se proclama el inicio del proceso de una eventual beatificación del padre William, un hombre cuya existencia fue un testimonio de vida del amor de Dios, hecho acción, pues dedicó más de 50 años de su vida para ofrecer a los más pobres y necesitados un hogar, una esperanza y una dignidad.
Aunque el padre William nació en Phoenix, Arizona, en 1923, se ordenó como sacerdote en Cuernavaca, por lo que se considera parte importante de la historia diocesana de la ciudad.
Indicó que fue la primera ordenación de Sergio Méndez Arceo y fue párroco de la iglesia de Tepetates, donde descubrió la misión que Dios le encargó.
Explicó que la beatificación se divide en dos partes: la fase diocesana y la fase romana. En la fase diocesana se recaban testimonios de personas sobre acciones heroicas de otros, que pudieran ser considerados siervos de Dios.
Una vez reunidos todos los testimonios, se forma una comisión integrada por un delegado, un promotor de justicia y notarios que analizan a fondo los testimonios y, si están convencidos, se envían al Dicasterio de Roma, donde se espera una respuesta positiva para la beatificación y posterior canonización.