El sacerdote se quejó por los clavos y lazos que los ambulantes han colocado en el edificio principal y en el ex convento, en cuyas paredes incluso llegan a orinarse, dañando así lo que es considerado un monumento histórico.
Aunque ya lo ha hecho en otras épocas, Jesús Longar exhortó a las autoridades a liberar la plaza de los comerciantes, aunque el exhorto fue en especial al próximo alcalde.