La presencia de las precipitaciones provoca que los desechos de los criaderos –entre ellos las heces fecales– sean arrastrados a los hogares y causando especial problema al llegar a ser ingeridos con los alimentos, por lo que se presentan los problemas de salud.
Para Margarita Silva Maldonado, vecina de Atotonilco, las supuestas sanciones se deben aplicar hasta lograr que los establos sean reubicados a “zonas abiertas”; sin embargo, “parece que los productores pecuarios no cuentan con los recursos suficientes para llevar a cabo esta acción”, comentó.
En este sentido, es necesario que las autoridades sanitarias y municipales pasen de las palabras a los hechos y lleven a cabo acciones de fondo para evitar que más pequeños se enfermen, debido a la presencia de este tipo de establecimientos.
Y es que, en la mayoría de los casos, se trata de establos y granjas de vacas, cerdos, pollos, chivos o borregos, los que en algunos casos se han instalado desde hace varios años y al paso del tiempo, se han visto rodeados por la instalación de viviendas o también hay casos en los que se trata de programas de crianza de animales en traspatio.
Asimismo, comentó que la experiencia de vivir en estos sitios establece que debido a la dispersión de enfermedades gastrointestinales, cuyas víctimas más comunes son los niños menores de cinco años.