La madre, de condición humilde, nunca fue atendida cuando solicitaba permiso para poder brindarle atención medica a su hijo y su abogado poco o nada hizo por gestionarlo por la vía legal; incluso los visitadores de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHEM), a quienes acudió en busca de apoyo, tampoco consiguieron que fuera atendido ante su evidente mal estado de salud.
Embargada por el dolor y la rabia que le causa la situación en que perdió la vida su hijo, la madre señala que desde hace dos años su hijo empezó a estar enfermo de un padecimiento que nunca fue identificado porque nunca fue revisado por ningún médico, asegura. Todo el tiempo tuvo que soportar tos frecuente, mucha debilidad, desgaste físico y dolores de abdomen, entre otras cosas. “Solamente era llevado al Hospital ‘José G. Parres’ cuando estaba muy mal, pero nunca le daban la medicina para curarse. Incluso en una ocasión lo obligaron a bajarse de la ambulancia estando débil, se cayó y ni una venda le pusieron en el brazo lesionado”, afirma.
Tomasa González asegura que desde hace un año, cuando el mal estado de Urbano Baltazar González ya era crítico, buscó por todos los medios que la dejaran atenderlo pero nadie le hizo caso. “Le pedí a las trabajadoras sociales que lo viera un doctor o que me dejaran atenderlo pero no me hicieron caso. El abogado que llevaba su asunto me aseguraba que ya iba a salir en el mes de septiembre, hasta le compré ropa, pero no salió; lo esperaba ver este fin de año en Atlacholoaya, pero el jueves me avisaron que estaba muerto.”
En el acta de defunción la doctora Denisse Pérez Colín asentó que la causa de muerte fue natural y como posibles causas de la defunción, insuficiencia respiratoria aguda, bronconeumonía, síndrome de desgaste y probable cáncer, sin especificar de qué tipo. La madre de Urbano agrega que cuando lo iba a visitar a Atlacholoaya, su hijo le pedía: “Mamá, si a mí me pasa algo, luche por los que todavía están aquí”, en clara alusión a las pésimas condiciones en las que viven muchos internos, mismas que violan sus derechos humanos más elementales.
Urbano Baltazar González estaba interno por el delito de homicidio imprudencial, pues su hijo menor de edad cayó a la cisterna de la casa que cuidaba, donde perdió la vida. Por errores cometidos fue acusado de homicidio calificado, por lo que purgaba una condena de varios años en ese penal.