El hecho de que las candidaturas no puedan ser ciudadanas sino que tengan que pasar por el filtro de los partidos hizo de nuestro sistema una democracia indirecta, dando a los partidos el control político y convirtiéndonos en una partidocracia. Mientras los partidos reciban el dinero electoral y no pueda haber candidaturas ciudadanas el sistema político mexicano seguirá estancado.
En años recientes la legislación prohibió que los particulares pudieran comprar tiempo en los medios para apoyar alguna candidatura, solo lo pueden hacer los partidos políticos con recursos otorgados por el IFE. Hubo quienes vieron los inconvenientes de esta medida y un grupo de ciudadanos interpusieron un amparo, porque dejaban todo el apoyo publicitario a los partidos y de hecho se instauraba una verdadera dictadura de los partidos políticos. Si no se tiene la posibilidad de acceder a una candidatura sin pasar por los partidos y no si puede apoyar a un candidato si no es a través de los partidos, entonces al ciudadano le han quitado derechos políticos y ha perdido su libre expresión.
En ausencia de candidaturas ciudadanas y ante el desprestigio de los personajes políticos tradicionales, se ha buscado la alianza entre partidos o que los partidos lancen a candidatos de la sociedad civil para presentarse ante el electorado.
El año pasado se vio como las coaliciones ganaban gubernaturas. Esto se dio en los estados en que hubo malos gobernadores y los que ganaron en estas coaliciones eran en realidad militantes del partido que vencieron en las urnas. Este es el límite en que se ha llegado, por un lado por centralizar en los partidos las decisiones sobre las candidaturas y negar la participación directa de los candidatos ciudadanos. Enjuician esto de prohibir el apoyo que no provenga de las “prerrogativas” de los partidos. Si el ciudadano a través de sus impuestos genera los fondos que distribuye el IFE ¿por qué se limita a ese ciudadano a participar o apoyar libremente sin tener que pasar por el filtro de los partidos?
Sobre todo por lo que está pasando dentro de los partidos, las alianzas entre partidos disímbolos, con ideologías contrarias o contradictorias que forman alianzas y acuden a elecciones con plataformas difíciles de entender. Ya Daniel Bell (que acaba de morir hace unos días) en su libro el “Fin de las ideologías” postulaba que las ideologías clásicas que eran realmente concepciones humanísticas dejarían de ser relevantes. Que las ideologías se habían transformado en conceptos casi religiosos que finalmente serían reemplazados por un claro pragmatismo. Esto lo acabamos de ver en las alianzas en que PAN y PRD se unen, no como ideas que pudieran adecuarse, sino realmente con la posición pragmática de ganarle al PRI.
El 30 de enero el amparo promovido por 15 intelectuales en contra de la prohibición a particulares de apoyar con publicidad a las campañas políticas por fin llegó al pleno de la Suprema Corte. La votación resultó en un empate 5 a favor y 5 en contra. Como la SCJN solo tiene 10 miembros en este momento, el resultado tubo que esperar a que la propuesta del Presidente Calderón enviara una nueva propuesta, que finalmente el Senado nombró Ministro de la Suprema Corte a Mario Jorge Pardo Rebolledo. Hasta el momento el famoso amparo estaba empatado, cinco ministros de cada lado, así es que el nuevo ministro tendrá el voto de calidad. De paso su voto mostrará si apoya la partidocracia o si decide a favor de los ciudadanos.
Entre tanto sigue la danza de los millones. Es claro el dispendio de las campañas, tanto con el dinero de las “prerrogativas” como dinero público con lo que gobernadores apoyan a su partido, en ocasiones hasta en otros estados. Los procesos electorales se han vuelto un dispendio, que molesta a la sociedad que está inmersa en la crisis económica.