Flor Dessiré León Hernández, vocera de la organización Comunicación Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina (CIDHAL), señaló que la falta de oportunidades laborales y la nueva responsabilidad económica de la crianza representan un complejo panorama futuro, en especial para los grupos más desfavorecidos de la población.
En este sentido, explicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adolescencia como un periodo de transición entre la infancia y la juventud que se ubica entre los 10 y 19 años de edad, periodo en el cual, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), se presenta cerca del 15 por ciento de los embarazos en nuestro país.
El embarazo en la adolescencia es un problema de salud. Las variables que intervienen de manera directa e indirecta en torno a los embarazos en adolescentes son múltiples; entre ellas, destaca la búsqueda de identidad propia de las y los adolescentes, pero también el gran desconocimiento de su propia sexualidad y del proceso reproductivo, que se combina con su capacidad para enfrentar diversas presiones conflictivas.
Se cuenta con datos que contabilizan que en nuestro país llegan a ocurrir cerca de 340 mil nacimientos de madres de entre 15 y 19 años, a lo que se suma otro dato negativo que establece que el 6.2 por ciento de primogénitos de madres adolescentes fallece en el primer año de vida.
Además, añade León Hernández, aproximadamente el 10 por ciento de los abortos que se practican en nuestro país ocurre en mujeres en ese rango de edad y de ellas el 60 por ciento -de las mujeres que se embarazan en la adolescencia- no ha asistido a la escuela.
“Por nuestro trabajo comunitario –relata en entrevista-, nos hemos dado cuenta que es en esta etapa de la vida donde las chicas toman como referencia a sus amigas, y debe de considerarse que la mayoría de las y los adolescentes no tienen información de calidad sobre la responsabilidad de cuidar su salud sexual y reproductiva, por lo que desconocen las consecuencias de asumir la maternidad durante su adolescencia”.
No disponen de datos acerca del uso de medios adecuados para regular la reproducción o prevenir el riesgo de contraer y propagar Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) y carecen de acceso a espacios y apoyos de personal especializado que propicie la reflexión, añadió.
Las consecuencias psicológicas y sociales que presentan las adolescentes que se embarazan van desde las depresiones, somatizaciones (fenómeno que se manifiesta en forma de síntomas y quejas sin aparente explicación), sentimientos de minusvalía, fantasía de autodestrucción (suicidios) y sentimientos de culpa, relata.
En muchos de los casos se enfrentan al rechazo de la familia del novio y de la sociedad en general, que en ocasiones se traduce en maltrato emocional y físico. También pueden ser obligadas a contraer matrimonio forzado.