Los que acordaron y aceptaron ese ascenso eran más jóvenes que él, pero muy astutos: sabían perfectamente los riesgos implícitos de aparecer como la figura más relevante. En automático se convierte en el principal objetivo, tanto para la autoridad como para los grupos rivales. Así fue cómo se fraguó el ascenso de este personaje, según se cuenta en la Tierra Caliente michoacana.
El origen de los Caballeros Templarios
A finales del siglo pasado estaba en todo su apogeo en Michoacán el cártel del Milenio comandado por Armando Valencia, el “Maradona”; sin embargo, por diferencias con Carlos Rosales, el “Carlitos”, que van desde amoríos por una misma mujer, pasando por cuentas no bien entregadas y envidias personales, el segundo le propuso una alianza a Osiel Cárdenas, líder del cártel del Golfo: que los Zetas atacaran al cártel del Milenio, el cual estaba utilizando los pasos fronterizos de Tamaulipas para introducir droga a USA, sin tomar en cuenta a Osiel y su grupo. Como pago, los Zetas recibieron el estratégico puerto de Lázaro Cárdenas; sin embargo, en octubre del 2004 cuando “Carlitos” fue detenido, se consolida un cártel con puros michoacanos, que ya habían aprendido las técnicas paramilitares de los Zetas, pero a los que veían con desconfianza e insatisfacción: los acusaban de no sólo dedicarse al trasiego de drogas sino también a la extorsión, robo y secuestro de habitantes desligados del narcotráfico.
Ante tal circunstancia, los michoacanos se organizan y en un operativo sorpresa detienen a todos los Zetas que operaban en ese estado: con la advertencia de que si regresaban, esa acción sería tomada como declaración de guerra y matarían a quien se atreviese.
En esa coyuntura es cuando asciende al poder el “Chango” Méndez, y se queda al frente de varias ciudades del estado: la región colindante con Jalisco incluido, Zamora, Cotija y Apatzingán, pero quien realmente conservaba el control de la estructuras paramilitares eran quienes lo habían nombrado líder. Con el paso del tiempo, a decir de los hoy Caballeros Templarios, la fracción comandada por Jesús Méndez incurriría en las mismas prácticas de lo que en su momento se acusó a los Zetas, robar, extorsionar, secuestrar y matar a ciudadanos ajenos al narcotráfico. Y como si eso no fuera suficiente, cuando el ejército federal, la Marina y la PFP atacaron en diciembre del 2010 a la otra fracción del cártel michoacano en su tierra, el grupo comandado por el “Chango” ante los llamados de auxilio de hasta ese momento sus socios, hizo oídos sordos: quizás buscando que fuera destruida a esa parte del cártel, con la cual ya tenía profundas diferencias.
Ante ese cúmulo de evidencias, la fracción atacada por el gobierno federal e inconforme con el comportamiento del grupo del “Chango” Méndez, decidió reconfigurarse y dar nacimiento a los Caballeros Templarios, buscando desmarcarse del desprestigio de La Familia Michoacana, pero al mismo tiempo se propuso someter o de ser necesario aniquilar al ramal encabezado por el “Chango”. Así el 28 y 29 de mayo pasado montaron un operativo en las zonas de influencia del “Chango”, y éste con lo que le quedaba trató de hacerse fuerte en los límites de Michoacán y Jalisco, pero la PFP le dio el golpe final al detener a 36 sicarios, abatir a 15 pistoleros y decomisarle un fuerte arsenal de armamento. Ello obligó al “Chango” a dejar su estado e internarse en otros territorios y jugar su última carta -según inteligencia militar-: se entrevistó en Fresnillo, Zacatecas, el 21 de junio con “Zeta 40” y le ofreció hacer una alianza para combatir a los Caballeros Templarios, al Grupo Sinaloa, encabezado por el “Chapo”, a los del Golfo y a los de Jalisco. Al jefe de los Zetas, “el Z-40”, no le desagradó la idea, aún consciente de que el “Chango” se encontraba muy mermado después de sus encontronazos con los Caballeros Templarios. El acuerdo fue efímero, ya que al otro día fue detenido en el norte del estado de Aguascalientes. Todo indica que el otrora hombre fuerte de los michoacanos se acogió al programa de testigo protegido, a considerar por sus declaraciones: aceptó sin más los cargos de que se le acusa, entre ellos el de narcotráfico y hasta se puso alabar el accionar de la PFP.
En las principales ciudades de Michoacán, se organizaron marchas donde se daba gracias al gobierno y a los Caballeros Templarios por dar paz y mantener a los Zetas fuera del estado. Todo indica que fueron auspiciadas por la nueva organización michoacana.
El gobierno federal anunció con bombo y platillo que la detención del “Chango” significaba el fin de la Familia Michoacana, y es cierto. Pero la razón es porque quien se dedicó a terminarla fueron los mismos Caballeros Templarios, que son los que poseen el control territorial, las rutas y el armamento, lo que significa en términos prácticos que en Michoacán la situación seguirá exactamente igual; sólo que ahora se hablará de una nueva organización, aunque habría que mencionar un pequeño gran matiz, el flamante grupo ha dicho hasta el cansancio que se separó de los Zetas y La Familia Michoacana porque se metían con la población civil, y ellos han prometido no sólo no meterse sino que además ajusticiarán a rateros, violadores, secuestradores y asesinos y como carta de presentación eliminaron a 21 rateros en Morelia. Veremos qué derrotero toma este movimiento; quizás pronto lo veamos transformado en un grupo guerrillero...
Estimados lectores, hasta el próximo lunes: comentarios o consulta de artículos previos en http://www.launion.com.mx/columnas/columnistas/el-poder-del-dinero, gracias.