Silvia Herrera Núñez, a sus 65 años de edad, recuerda “a nosotros como mujeres nuestros padres nos educaron con la idea de que nuestro destino era la cocina, el cuidado de los hijos y nada más. Nos decían que para qué queríamos aprender”, relata.
De hecho reconoce “la incorporación de la mujer a las actividades laborales se ha convertido en un fenómeno que inició a finales del siglo pasado y aun en comunidades rurales comienza a tener un papel relevante. Ya no se ve como algo raro, pero sí es aún poco común esta práctica”, comenta.
Para este municipio, los datos de censo de población establecen que un total de 359 mujeres separadas o divorciadas se encuentran al frente de sus hogares y lo mismo sucede con 598 que son viudas o cuyos esposos han emigrado a los Estados Unidos en busca de oportunidades de empleo y ahora son ellas las que responden a las necesidades de sus hijos.
*Aunque hay otro dato revelador sobre las condiciones en que viven las mujeres, porque de las siete mil 354 personas que conforman a la población económicamente activa, el 27.3 por ciento, es decir, mil 961 son mujeres. De cada diez personas empleadas, tres son mujeres.
Paralelamente, los talleres de manualidades son una preparación para fomentar un negocio, pequeño taller o microempresa familiar de las mujeres, quienes se ven inmersas en una segunda etapa que es la búsqueda de financiamiento y otros apoyos para la conformación de su propio proyecto que les permita fortalecer la economía familiar.