El consumo de pescado se recomienda a partir del segundo año de vida, siempre y cuando no existan problemas de alergia, informó Hilda Olivia Aranda Franco, coordinadora delegacional de Nutrición y Dietética del Seguro Social.
Dijo que este alimento es recomendable en todas las etapas de la vida por los nutrientes que contiene, pues además de contribuir a mantener una buena salud, favorece la regeneración tisular en las personas que enfrentan procesos infecciosos, úlceras de presión, quemaduras, neoplasias o que hayan sido sometidas a cirugía general.
Sin embargo, aunque posee importantes propiedades alimenticias, su consumo debe evitarse en personas sensibles o con antecedentes familiares de alergia a pescados, ya que pueden presentar desde urticaria, angioderma, dermatitis atópica, rinoconjuntivitis, edema laríngeo, asma, náusea, vómito, diarrea, cólico abdominal, migraña y hasta “shock” anafiláctico, precisó Aranda Franco.
Entre sus beneficios, la carne blanca del pescado ayuda a proteger el corazón y las arterias; contribuye a disminuir procesos inflamatorios como la artritis reumatoide; equilibra las grasas de la sangre; reduce los niveles de presión arterial; fortalece los huesos y disminuye el riesgo de sufrir coágulos y trombosis.
La nutrióloga del IMSS indicó que se recomienda este alimento a las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, por el hierro que contiene porque es útil en la prevención y tratamiento de anemia. Además, por su textura y consistencia, es útil en las personas con problemas buco-dentomaxilares y en la deglución.
Al mismo tiempo, Aranda Franco destacó que el pescado debe manipularse siempre bajo temperaturas frías y no dejarlo mucho tiempo sin consumir, para evitar su descomposición. Apuntó que, más en la temporada de Cuaresma, los mercados ofrecen gran variedad de pescado como el robalo, huachinango, cazón, mero, bagre, lisa, sierra, mojarra, atún, salmón, entre otros.
Al comprarse se debe asegurar que sea lo más fresco posible y para detectarlo se debe poner atención en características como ojos brillantes, que no estén turbios ni hundidos; branquias coloradas y sin manchas, piel muy brillante y firme; carne dura; escamas bien adheridas al cuerpo, sin mal olor y que éstas no se desbaraten o se desprendan fácilmente, al momento de manipularlo.