En la gira que hizo Enrique Peña Nieto por América del Sur era muy claro que su inclinación era más por la parte económica, su mensaje en cada uno de los países que visitó fue orientado a atraer la inversión, enfatizar la estabilidad económica del país y el apoyo que tendrán las nuevas inversiones. Naturalmente en Brasil abordó el tema de PETROBRAS y la posibilidad de la inversión de particulares en el desarrollo de PEMEX. El ejemplo de PETROBRAS ha venido siendo objeto de interés por varios de los mandatarios mexicanos, especialmente porque esa empresa de repente se convirtió en un organismo muy poderoso y le dio autosuficiencia energética a Brasil. Claro que en esta gira elogió los esfuerzos hechos por el gobierno brasileño para atraer capitales para desarrollar su industria energética. Es claro también para los mexicanos que nuestra bonanza energética ha sido consumida por el gasto corriente del Gobierno Federal y esto es algo preocupante ya que la reinversión en desarrollo de nuevos yacimientos y nuevas tecnologías ha sido particularmente lento por la falta de recursos, ya que la mayor parte del ingreso de Petróleos Mexicanos se va a sostener los gastos del Gobierno Mexicano.
Es claro que en este periodo de transición hubiera un acuerdo entre el mandatario que se va y el mandatario que viene y eso se vio muy claramente en las iniciativas preferentes que envío el Presidente de la República al Congreso de la Unión, una fue la reforma del Sector Público y otra la reforma laboral. Sucedió lo que tenía que suceder la primera no tuvo grandes objeciones y el compromiso del futuro Presidente de mejorar la Administración Pública y evitar la corrupción era claro que esa reforma pasaría sin problemas como así lo hizo.
Pero la reforma laboral presentaba serios problemas, sí es necesario modernizar la legislación para atraer inversionistas del extranjero ya que uno de los escollos para los inversionistas, sobre todo en áreas críticas, dependía mucho de flexibilizar la ley laboral. Por otra parte el corporativismo que ha sido la base de la larga hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, que en esta ocasión ganó la Presidencia de la República, era natural que lo protegiera en una forma muy decidida. Lo que pasó es claro, hubo reformas en la contratación y los aspectos más operativos de la relación obrero-patronal, pero cuando llegó a restarle poder al corporativismo, naturalmente que los diputados del Partido Revolucionario Institucional lo frenaron.
El nuevo gobierno priista va a encontrar también una situación diferente después de los doce años que no ocupó la Presidencia de la República. En este lapso han pasado cosas importantes para la relación de los estados con la Federación y en particular de los gobernadores con el Presidente de la República. El control político que se tenía ahora es imposible después de haber ejercido el poder por doce años sin una supervisión o sujeción al “señor Presidente”. La parte presupuestal también depende mucho del Congreso de la Unión, ya que la Cámara de Diputados es la única facultada para hacer el presupuesto nacional. Es natural que los estados harán que sus diputados busquen la forma de lograr la mayor participación del presupuesto para sus entidades y son los diputados de los sectores los que utilizarán los gobernadores para este fin. Por eso las partes de la reforma sobre la democracia sindical no fueron aprobadas. Se trata ante todo de una nueva negociación y no el poder absoluto del Presidente de la República.
Todo mundo ve bien que haya una relación de trabajo entre el Presidente saliente y el Presidente electo y es necesario que se vea esto como un avance de las relaciones políticas en nuestro país. No se trata de entregar el poder totalmente ya que el nuevo Presidente tampoco tiene mayoría en el Congreso y tendrá que negociar con los otros partidos. La negociación es la base de una relación democrática y eso es lo que vamos a ver en los próximos años.