La respuesta es sencilla, pues el concepto que cada quien tiene de triunfo es diferente, de acuerdo a las posibilidades que cada uno posee, cada participante sabe la posibilidades que tiene de obtener un determinado lugar en la clasificación y participa esperando clasificarse en este lugar. Entonces el triunfo lo establece cada quien, solo o con el entrenador, al plantearse una meta en cada participación, de manera que al término de la prueba y cumplir la meta planteada al inicio podemos hablar de triunfo, pero qué sucede cuando no se cumplen las expectativas. El caso es que los problemas se presentarán en función de quien decidió la participación, se buscarán culpables y los que se encuentren no lo serán, este hecho provoca serios conflictos entre el entrenador, el deportista y no debemos olvidar a los padres de los deportistas menores de edad.
Analicemos qué sucede con una derrota:
En el deportista preparado se dará cuenta que su preparación ha sido insuficiente o inadecuada. Es evidente, pues los que acertaron están en el podio, estará molesto consigo mismo buscando la respuesta en lo que ha hecho o dejado de hacer y si ha cumplido, el culpable será el entrenador, y tendrá que decidir si sigue con él cuando las respuestas sean las adecuadas o cambiará de entrenador.
¿Qué sucede con el entrenador cuando ha sido derrotado? pues los entrenadores buenos revisarán su plan de entrenamiento y buscará la razón de no llegar al objetivo esperado, planteando las nuevas alternativas para la siguiente competencia pero ¿y si no lleva un plan? ¿Qué evaluará? Si es el caso buscará las mejores excusas y no las causas de su derrota, asegurando la próxima derrota ¿o no?
Hablemos de los padres, pues ellos son los que hacen la inversión. Es decir pagan los gastos del deportista, la manutención y hasta le pagan al entrenador, así que como decía mi abuela, el que paga manda y exige resultados, de seguro se sentirán frustrados, molestos explotarán con el entrenador y tal vez busquen otro, o lo dejen con la amenaza, que de perder nuevamente lo cambiarán de entrenador, de club o tal vez no lo digan sólo lo hagan.
Más allá de ello, la derrota nos muestra las debilidades que tenemos en la preparación física o en la técnica, por lo que debería de verse como una herramienta, por lo que es recomendable que un competidor se enfrente a contrincantes que de verdad pongan a prueba sus capacidades en toda su posibilidad, pero esto deberá de ocurrir al menos unos 30 días antes de la competencia importante para tener oportunidad a modificar lo que nos muestre que está mal, de esta manera la derrota es una herramienta cuando los enfrentamientos están planificados, de tal manera que se pueda dar. El fracaso no existe para el que se anticipa.
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