En los portales y en la prensa escrita se consignaban varios datos: ambas escuadras llegan invictas a la gran final. Argentina ha ganado a Alemania nueve partidos oficiales, Alemania seis, y han empatado en cinco ocasiones. Ambos equipos han anotado 56 goles en los 20 partidos, con un total de 28 cada uno.
También se informaba que Alemania y Argentina se han visto en la gran final en dos ocasiones, una en México 86, partido que Argentina ganó con un marcador de 3-2. Al mundial siguiente, es decir, en Italia 90, Alemania se llevó la copa del Mundo a casa tras vencer 1-0 a Argentina.
Los ojos del mundo, sobre La Pulga
Varios analistas coincidían en que las esperanzas de los argentinos estaban en las piernas de Lionel Messi, "La Pulga”, a quien sólo le faltaba una copa del mundo para tener el mejor palmarés de la historia, pero también en que Alemania estaba en uno de sus mejores momentos.
La final
En la plaza de armas había un sol que, al inicio del partido (14:00 horas), daba de lleno sobre los espectadores –no pasaban de 300- que ocupaban las sillas de metal colocadas en las jardineras y se guarecían en la sombra que proyectaba el templete colocado frente a la puerta principal el palacio de gobierno.
-Ahora como no vino en gobernador les valió, no siquiera mandaron poner la lona para protegernos del sol –reclamó un espectador.
Durante los primeros 45 minutos, el partido fue una disputa digna de una final de campeonato: hubo un dominio evidente por parte de la selección de Argentina.
En el minuto 25, la selección de Argentina anotó gracias a Gonzalo Higuaín, pero el gol fue anulado por un visible fuera de lugar.
A partir de ahí la selección Alemana comenzó a ser más ofensiva pero no logró anotar en la portería contraria.
Al medio tiempo, un grupo de personas dio un comunicado de prensa exigiendo la liberación de José Manuel Mireles, líder de los grupos de autodefensas de Michoacán, a quien consideraron un preso político del titular del Poder Ejecutivo nacional y quien fue capturado por el Ejército, la Marina, policías federales y estatales –al menos 600 elementos- el 27 de junio, junto con 70 seguidores mientras comía en El Pollo Feliz, una fonda de la comunidad de La Mira, de Lázaro Cárdenas, Michoacán; después, en un juzgado, lo presentarían rapado y sin bigotes.
Quince minutos después –ya con al menos 400 espectadores acalorados, la mayoría de los cuales simpatizaba con Argentina- dio inicio la segunda mitad del partido, con una Alemania volcada sobre los argentinos que resistían y tenían algunas llegadas al área grande alemana.
A pesar de los pronósticos de que el calor aguadaría a los teutones, éstos ni se inmutaron.
Y contra los pronósticos de los especialistas de que éste sería el mundial de Lionel Messi, la “Pulga”, éste se hizo ojo de hormiga y no pudo brillar.
Los entrenadores y los aficionados en Brasil y en plaza de armas esperaban que el juego se definiera en penaltis, ya que 48 minutos después de iniciado el segundo tiempo el árbitro pitó el final del encuentro y dejó que los equipos tomaran aire para el inicio de la primera mitad del tiempo extra.
En plaza de armas el calor llegaba a los 32 grados Celsius y arrejuntaba más a las gentes debajo de lo que pudiera dar sombra.
Un payaso acalorado que se encontraba debajo del templete sacando brillo a sus zapatos gigantescos rogó que ya cayera un gol, para que las gentes dejaran de ver la tele y lo escucharan a él y a su compañero y soltaran algunas monedas.
–Van seis días que no podemos trabajar a gusto con este desmadre que hay en el zócalo. Aunque todos quieren ver ganar a Argentina –concluyó.
Una lagartija beige con un alambre en el pescuezo anduvo por toda plaza de armas moviéndose como si tuviera epilepsia:
–Cómpramela –pidió una niña a su mamá.
–No, está muy fea, mejor te compro un raspado para la calor –respondió la madre.
Tiempo extra
Inició el tiempo extra con una Alemania volcada sobre Argentina. En la segunda mitad, faltando siete minutos para que el campeonato se definiera en pénaltis, Schürrle realizó una gran jugada por la banda izquierda y centro al área donde apareció Mario Götze, quien mató de pecho el esférico y, sin que el balón cayera, disparó hacia la portería argentina, metiendo el gol que le dio el campeonato mundial a Alemania.
Por primera vez en la historia, una selección europea se coronó campeona de una Copa Mundial en suelo suramericano. Con ello, Alemania permitió que por primera vez Europa consiguera su tercer título mundial consecutivo.
Lo que el Mundial se llevó
Se llevó la imagen de más de 70,000 familias desalojadas tan sólo en Sao Paulo, por el Mundial de Fútbol, según reportaron algunos periódicos.
Se llevó un equipo de Brasil con 10 goles en dos partidos: siete que le metió Alemania para disputar la final contra Argentina y tres que le metió Holanda para conseguir el tercer lugar en la compa del Mundo y sepultar a Brasil en el cuarto lugar y en su propio país. Aunque a los brasileños le podría servir de consuelo que no recibieron la peor goleada en la historia de los mundiales, ya que ese lugar privilegiado le corresponde a El Salvador: Hungría le propinó 10 goles en España 82.
También se llevó a Luis Suárez “El Conejo” o mejor aún “El tiburón del césped”, delantero del seleccionado uruguayo, quien demostró que también se puede jugar con los dientes, al morder al defensa italiano Giorgio Chiellini en el hombro izquierdo durante un forcejeo entre ambos en la última jornada del grupo D. El tiburón tenía antecedentes de haber colmillado al menos a dos jugadores más en partidos fuera del mundial.
Se llevó la imagen de la estrella brasilera Neymar, revolcándose en el pasto por el dolor por una fractura de la tercera vértebra lumbar, causada por un rodillazo del colombiano Juan Zúñiga.
Además, se llevó la imagen del Congreso y la aprobación de la reforma energética y la de telecomunicaciones, mientras miles o millones de mexicanos estaban como lapas pegados a las pantallas de televisión “viviendo la intensidad del deporte para hombres”.
En plaza de armas de Cuernavaca se llevó la pantalla gigante y el recuerdo de cientos de morelenses celebrando aquel partido frente a Ucrania donde México hizo la “hombrada” y le ganó por 3 a 1, y la ilusión de que nuestros muchachos podrán ser campeones del mundo en cuatro años más cuando se celebre la edición número 21 de la Copa Mundial de Fútbol FIFA Rusia 2018: “si no nos roban y nos marcan penaltis inexistentes”.
Epílogo. En San Antón, Mario comenzó a beber de nuevo desde las 8 de la mañana, y no porque encontró un buen pretexto en la final del mundial de futbol. Tenía ya dos meses sin meterse al cuerpo una gota del alcohol, esto después que una noche amaneció frente a su casa, con una herida parecida a una barranca en la cabeza y en medio de un mar de sangre: se cayó antes de llegar a la puerta de su casa y se fue de “hocico”, según relató él mismo. No lo doblaron en su promesa de abstinencia las amenazas de sus amigos -“Si no te la chingas te la regamos en la cabeza”-, ni los insultos -“Eres puñal si no te la bebes”, sino una frase de alguien malvado que lo conoce muy bien, un amigo de borracheras, quien con una caguama en la mano le dijo: “¡Qué pasó. Mi mejor mula se me está echando”! Entonces una llave se le abrió a Mario en el gañote y se metió los primeros tragos; después se la siguió, como es su costumbre, hasta quedar inconsciente en algunos callejones de este barrio.