El presidente Donald Trump describió a China como un “competidor estratégico” cuando publicó una Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés) que acusa a Beijing de mantener una “visión represiva” y de seguir políticas de agresión económica destinadas a debilitar a EU.
Mientras que la NSS esboza una serie de amenazas, la mayoría de las críticas están reservadas para China y para Rusia, los cuales describe como poderes “revisionistas” que intentan “moldear un mundo antitético a los valores e intereses estadounidenses”.
“China y Rusia desafían el poder, la influencia y los intereses estadounidenses, intentando erosionar la seguridad y la prosperidad de EU”, advierte el documento.
La NSS, exigida por ley, se considera un modelo central para el liderazgo diplomático y militar estadounidense conforme se planifica cómo abordar las amenazas globales.
Aunque la NSS no siempre recibe una gran notoriedad pública, con frecuencia es objeto de un intenso debate en el Departamento de Defensa y en el Departamento de Estado, ya que puede conducir a importantes cambios en la asignación de recursos y en los presupuestos. La publicación de este año ha atraído más atención que la mayoría, ya que formalmente especifica por vez primera las prioridades de política exterior del Trump.
Cada presidente estadounidense desde Ronald Reagan ha producido uno o más informes de Estrategia de Seguridad Nacional. Pero la NSS de Trump se centra más en cuestiones económicas y adopta también una posición más dura con respecto a China.
Los analistas y los medios estatales chinos han reaccionado con enojo ante los informes de la prevista declaración de Trump, con el Global Times -un tabloide nacionalista publicado por el Partido Comunista chino- calificándola como una acción “irracional” e “imprudente” que perjudicaría las relaciones bilaterales.
La designación de Beijing como competidor estratégico se revela un mes después de que Trump visitara Beijing y le advirtiera a su homólogo chino, Xi Jinping, que la relación económica de los dos países no había sido “muy justa para EU” y que estaba significativamente “desequilibrada”.
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Un funcionario estadounidense comentó que el informe se refería a China como un “competidor estratégico” porque Beijing “eficazmente compite en los ámbitos político, económico, militar e informativo de maneras que probablemente no hayan sido duplicadas por nuestros otros competidores”.
La NSS de Trump marca un regreso a la retórica anti-China que él empleó durante la campaña electoral. Esto sigue a un periodo de moderación mientras que él presionaba a Xi para que ayudara a Washington a lidiar con la crisis nuclear en la península coreana.
También subraya la creciente influencia de los nacionalistas económicos como Robert Lighthizer, el representante comercial estadounidense, a expensas de un grupo de asesores de mentalidad más global de la Casa Blanca, cuyas bases están dirigidas por Gary Cohn, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca.
“La elección de Donald Trump en noviembre de 2016 constituye un completo rechazo a la complicidad en el declive de la nación de las élites estadounidenses”, declaró Steve Bannon, el exestratega jefe de la Casa Blanca. “Ahora, el presidente Trump ha rechazado a Gary Cohn y a la acomodación globalista del régimen en Beijing. Trump prometió endurecerse con China y, con su plan estratégico, ya está en camino”.
La estrategia de seguridad declara que la política de EU durante las últimas décadas se había basado en la premisa de que China se liberalizaría a medida que se desarrollara y se integrara al orden internacional de la posguerra. Pero “contrario a nuestras esperanzas, China expandió su poder a expensas de la soberanía de otros países en la región”, expone el documento.
La NSS argumenta que los países que no comparten los valores estadounidenses han “distorsionado y socavado” las instituciones económicas globales sin emprender una reforma económica domésticamente. La NSS indica que EU “ya no ignorará las violaciones, los engaños o las agresiones económicas”. Si bien no nombra explícitamente a China en este contexto, la abrumadora mayoría de los cargos económicos en el documento están dirigidos a Beijing.
El informe también dice que la modernización militar y el desarrollo económico de China se deben “a su acceso a la economía de innovación y a las universidades de clase mundial de EU”.