Antártida. De 2014 a 2017 la reducción de la capa de hielo en la Antártida ha sido mayor que en los últimos 40 años.
Después de décadas de expansión, un estudio estadounidense cuantificó la vertiginosa velocidad de la reducción de la capa de hielo en la Antártida desde 2014.
Ese año marcó un punto de inflexión para ese continente.
“En solo tres años, la Antártida ha perdido tanto hielo como el Ártico” en 40 años, dijo a la AFP Claire Parkinson, científica climática de la NASA.
Tras crecimiento, de pronto el deshhielo
La NASA publicó el lunes en los registros de la Academia Americana de Ciencia (PNAS), un estudio que analiza los cambios en la masa de hielo antártico desde 1979 hasta 2018.
Los científicos ya sabían que la Antártida se estaba derritiendo cada vez más rápido, como el Ártico, debido a la descarga de agua cada vez más copiosa de los glaciares.
Pero durante décadas, observaron un fenómeno a la vez tranquilizador e intrigante: la superficie de la banquisa, es decir, la gruesa capa de hielo que flota en el océano, crecía.
La climatóloga Claire Parkinson, del Centro Espacial Goddard de la NASA, ha reconstruido la historia más precisa de esta banquisa de la Antártida entre 1979 y 2018.
Grandes pérdidas de hielo
Pero las “abruptas” pérdidas de hielo ocurridas entre 2017 y 2018 fueron tan grandes que “esencialmente eliminaron” el resultado del aumento de la masa de hielo marina de los 35 años anteriores.
“No sabemos si esta disminución va a continuar”, declaró la investigadora a The Guardian.
Al mismo tiempo, estudios previos muestran que el derretimiento fue provocado por los cambios en el sistema climático global.
Con ayuda de satélites
La investigadora ha recolectando y analizando datos de cinco satélites de la agencia estadunidense y el Pentágono, que no observan los volúmenes sino sólo la extensión.
La científica publicó estos datos de referencia el lunes pasado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS.
La capa de hielo se derretía en verano (enero–marzo) y se recuperaba en invierno (julio–septiembre). Pero con el tiempo tendió a crecer en todas las estaciones.
Un cambio “misterioso”
Pero algo misterioso sucedió después de 2014. A partir de entonces, cada año hay menos témpanos de hielo.
En 2014, la capa de hielo antártica estaba en su máximo jamás registrado para estos datos. En 2017, tocó un mínimo. La pérdida asciende a dos millones de kilómetros cuadrados
Esta extensión es poco mayor que la superficie de México. Y la tendencia aparentemente continúa en 2019, agrega la climatóloga.
Diferentes hipótesis
Los científicos no saben por qué el hielo se incrementó durante tanto tiempo, ni por qué se está derritiendo en la actualidad.
Existen varias hipótesis que toman en cuenta el agujero de la capa de ozono, los vientos, las corrientes o la temperatura de las aguas profundas, pero ninguna explica con certeza el cambio de 2014.
“En mi opinión, ninguna hipótesis es correcta”, dijo a la AFP Douglas Martinson, oceanógrafo de la Universidad de Columbia, que participó en el comité de revisión por pares que validó el artículo.
El científico advierte que comparar el Ártico con la Antártida equivale a “comparar manzanas con camiones militares”.
El Ártico es un océano rodeado de tierra, mientras que la Antártida es un continente rodeado de océanos, donde los icebergs están menos presionados.
La Antártida no se calienta y sigue siendo el lugar más frío del planeta, y su mayor reserva de agua dulce.
Sus montañas de hielo contienen un volumen capaz de elevar el nivel de los océanos en 57 metros, estimó un estudio en 2013.
Situación compleja
Chris Rapley, un climatólogo de la University College London, señala que las ganancias iniciales de hielo antes de 2014 no contradecían el hecho de que el planeta se estaba calentando.
“Solo muestra que en un sistema complejo e interconectado pueden ocurrir cosas contraintuitivas, al menos por un periodo de tiempo”, escribió el investigador.
“Tendemos a buscar explicaciones simplistas de causa y efecto, pero en realidad, la situación es mucho más compleja y matizada”, concluye.
Los investigadores advierten de las consecuencias del colapso de uno de los mayores glaciares de la Antártida.