La República Popular China está de fiesta, por lo menos en su territorio continental ya que, mientras en Beijing más de 100 mil personas participan en un desfile y otros 15 mil elementos de las fuerzas armadas marchan mostrando sus capacidades, en Hong Kong, en el marco del aniversario 70 de la República, hay protestas y enfrentamientos.
En este contexto, posicionado en el balcón frontal de la Ciudad Prohibida y parado detrás de un cuadro gigante de Mao Zedong, el encumbrado líder del Partido Comunista de China y presidente de la segunda potencia del mundo, Xi Jinping, ofreció un discurso antes de dar 'luz verde' al desfile que buscó resaltar los logros nacionales en diversos rubros.
Sin embargo, para poder presenciar las celebraciones del día nacional en la capital china, las personas que accedieron al centro de la ciudad y los medios tuvimos que sortear diferentes tipos de filtros previos.
Alrededor de 400 periodistas obtuvieron acreditaciones para cubrir el evento. Los comunicadores nos reunimos a las 4:00 horas en el Centro de Medios del Gobierno, punto en donde pasamos el primer filtro de seguridad, factor que fue una de las prioridades del desfile.
Una hora más tarde, nos movimos hacia los camiones que nos llevarían al corazón de Beijing, a la Plaza de Tiananmén, pero antes de partir, teníamos que sortear otro filtro de seguridad.
Finalmente, llegando al primer cuadro de la capital china, el último punto de revisión nos esperaba. Este era igual a los anteriores: cámaras con reconocimiento facial detectaban tu identidad y arrojaban la foto de tu acreditación, después tus datos aparecían en una pantalla frente a ti.
Tras el reconocimiento de identidad y la verificación de tu acreditación física por parte de los militares, pasabas tus mochilas por un detector de metales para después dirigirte a un chequeo realizado por parte de personal fuerzas de seguridad que, incluso, pedían que mostraras la parte trasera de tu cinturón.
De la misma forma, había una larga lista de objetos que tenían prohibido el paso el evento. No obstante, fuera de las cosas comunes como armas, drogas, gasolina, por mencionar algunos tipos de objetos con los que no se puede acceder a ningún evento de esta índole, también se le impedía la entrada cualquier pancarta o herramienta para escribir que pudiera crear cualquier propaganda que no fuera requerida.
Están prohibidos “cualquier pancarta o cartel que tenga el propósito de hacer propaganda y que no tenga la autorización previa; y pinturas, aerosol, marcadores o cualquier herramienta para escribir que pueda ser usada para producir materiales propagandísticos”, se lee en una guía mediática otorgada a los periodistas.
Tras pasar los filtros, con invitación en mano, tenías que dirigirte hacia los lugares designados para la prensa a los que se llegaba tras caminar sobre toda una línea de grúas, que cargaban lámparas chinas gigantes, a lo largo de la plaza.
Entre el Museo Nacional de China y del Gran Salón del Pueblo se colocó un escenario en donde un coro de cientos de mujeres vestidas con un traje color naranja con amarillo estaban sentadas. Frente a ellas, los trombones de la banda militar resplandecían con el sol que apenas se asomaba a esas horas de la mañana.
A pesar de que las autoridades chinas enfatizaron que el desfile militar no tuvo como objetivo mostrar el ‘puño’ y poderío de su país, era difícil no pensarlo al ver las capacidades bélicas que podría tener ese ejército en acción.
Este año participaron más de 15 mil elementos en la muestra militar del día nacional, lo que lo convierte en el desfile que mayor participación de efectivos ha tenido desde 1950.
La ceremonia de arranque del desfile militar inició poco antes de las 10:00 horas. Soldados caminaban enfrente de la Ciudad Prohibida y, por cada 6 pasos marcados que sonaban, un cañón abría fuego a escasos metros de ese punto.
Después de unos minutos, el presidente Xi dio un discurso breve para después bajar del balcón en el que estaba. Por la puerta principal de la Ciudad Prohibida, salió parado en un auto que tenía un quemacocos especial en el cual sobresalía la mitad de su cuerpo.
El coche arrancó y el mandatario recorrió varios kilómetros para saludar a su ejército que estaba posicionado a un costado de la avenida Chang'an, vena sobre la que también descansaba la artillería bélica que, más tarde, recorrería esa misma calle.
“Saludos, camaradas”, decía Xi. “Saludos, presidente”, contestaban las fuerzas armadas.
“Buen trabajo, camaradas”, les exponía el mandatario. “Servimos al pueblo”, gritaban de regreso los uniformados.
Tras 80 minutos de un continuo recorrer de efectivos, tanques, misiles, tecnología, herramientas de seguridad y armamento de diversos tipos de la marina, el ejército y la fuerza aérea china, los efectivos concluyeron su marcha para abrirle el paso al desfile de celebración del Día Nacional de China, el cual tuvo la participación más de 100 mil personas.
Decenas de carros alegóricos que buscaban exhibir aspectos icónicos de China como la nueva ruta de la seda, la red de transporte de tren rápido, el desarrollo espacial del país, pinturas gigantes de sus presidentes, entre otros temas, desfilaron y se buscaron materializar en los diseños.
Después de aproximadamente dos horas, se concluyeron los desfiles del día nacional y, poco a poco, las calles regresaron a su estado de reposo.