Gaza e Israel viven hoy su segundo día de calma tras el alto el fuego bilateral que entró en vigor el viernes por la madrugada, sin que por ahora se hayan registrado más incidentes violentos que alteren la tranquilidad que va volviendo a la zona.
Tras once días de escalada bélica entre milicias palestinas y el Ejército israelí, la peor desde la Guerra de 2014, los más de dos millones de habitantes de la franja y los israelíes del área cercana al enclave intentan retornar progresivamente a la normalidad.
Ayer, en Gaza comenzó a entrar material humanitario por el cruce comercial de Kerem Shalom, que había permanecido cerrado desde el inicio de la ola de violencia el pasado 10 de mayo.
La escalada causó la muerte de 248 palestinos en el enclave y de 12 personas en Israel, y dejó extensos daños materiales en la franja, donde hubo también 1,948 heridos, según el Ministerio de Sanidad gazatí.
En territorio israelí, la cifra total de heridos alcanzó los 357, según el servicio de emergencias Maguén David Adom.
Tras días de intensos bombardeos del Ejército israelí, “Gaza está comenzando a volver a cierta apariencia de normalidad, se están limpiando las carreteras de escombros” y se trabaja para reparar las instalaciones de agua o líneas de electricidad dañadas, informó anoche en su informe la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
“Las hostilidades dañaron la infraestructura esencial” de Gaza, “y el alto el fuego permitió que los equipos de reparación” comiencen “a evaluar los daños con mayor precisión”, agregó el organismo.
A estas alturas, países y múltiples actores de la comunidad internacional comienzan a plantear ideas y planes para abordar la ardua reconstrucción de un enclave otra vez devastado.