Reino Unido pidió a la Unión Europea que muestre pragmatismo y “sentido común” mientras los dos bandos dialogan para tratar para resolver sus diferencias en la implementación de su acuerdo comercial tras el Brexit en Irlanda del Norte.
El máximo responsable británico en las conversaciones, David Frost, hizo las declaraciones después de que su homólogo europeo dijese que Bruselas está lista para actuar “de forma firme y resolutiva” si Londres no cumple los compromisos contemplados en el acuerdo.
Frost y el jefe negociador de la UE, Maros Sefcovic, se reúnen este miércoles en Londres en un ambiente de creciente tensión en Irlanda del Norte, la única región de Reino Unido que tiene frontera terrestre con la UE.
Una parte del acuerdo comercial, conocida como Protocolo de Irlanda del Norte, fue diseñada para proteger el proceso de paz en la región, pero muchos residentes probritánicos están enojados porque crea una frontera regulatoria entre el territorio y el resto del país. Los nuevos controles fronterizos han provocado además la escasez de algunos productos.
Reino Unido pide un compromiso, pero la UE dice que las nuevas reglas son necesarias para proteger su mercado único. Ambas partes temen que las tensiones puedan derivar en una nueva ola de violencia en la región.
“Nuevas amenazas de acciones legales y represalias comerciales por parte de la UE no harán más fácil la vida del comprador en Strabane que no puede comprar su producto favorito”, criticó Frost refiriéndose a una localidad norirlandesa. “Lo que se necesita es pragmatismo y soluciones de sentido común para resolver los problemas que tenemos delante. Este trabajo es importante y cada vez más urgente”.
El Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que llevó la paz a la región, se basaba en que tanto la República de Irlanda como Reino Unido formaban parte de la Unión Europea. Esto hizo posible que el comercio fluyera libremente entre Irlanda e Irlanda del Norte, estimulando el crecimiento económico y generando empleo a ambos lados de la frontera.
En un esfuerzo por mantener la frontera abierta, Londres y Bruselas acordaron que Irlanda del Norte seguiría formando parte del mercado único europeo tras el Brexit, pero esto significa que las normas comunitarias en cuestiones como la seguridad alimentaria sigue aplicándose allí, lo que supone que tendrá que haber controles sobre algunos productos enviados a la región desde otras partes de Reino Unido.
El acuerdo del Brexit, que entró en vigor el 1 de enero, incluyó una serie de periodos de gracia que dieron a Reino Unido tiempo para poner en marcha nuevos sistemas de control de los productos que entran a Irlanda del Norte para garantizar que cumplen con las normas de la UE. Estos plazos finalizan ahora, causando dolores de cabeza en Irlanda del Norte.
Reino Unido enojó a Bruselas a principios de año cuando amplió unilateralmente el periodo de gracia que afecta a muchos productos de supermercado, demorando las requeridas inspecciones por seis meses más. La UE amenazó con tomar acciones legales por esa decisión.
Ahora, las dos partes están enfrentadas por las normas que rigen las carnes refrigeradas, elevando la posibilidad de lo que los periódicos británicos han bautizado como la “guerra de las salchichas”. Las autoridades británicas están considerando ampliar el periodo de gracia que afecta a estos productos para evitar que Bruselas bloquee el envío de productos como salchichas y carne picada a partir del 1 de julio.