Aquellos que pensaron que la lucha contra el COVID-19 había llegado a su fin se equivocaron, pues los gobiernos de todo el sudeste de Asia han comenzado a restablecer medidas para limitar un rápido resurgimiento de infecciones respiratorias provocadas por la variante JN.1, un sublinaje de BA.2.86.
Las autoridades están tomando medidas proactivas para contener la propagación de esta variante, incluyendo la instalación de escáneres de temperatura en los aeropuertos y el fomento del uso de mascarillas.
El temor es que una combinación de COVID-19, gripe y otros patógenos respiratorios pueda desencadenar brotes más amplios que pongan en peligro la capacidad de los sistemas de salud para hacer frente a la situación.
Sin embargo, la población está preocupada por el regreso de medidas restrictivas similares a las que se implementaron en 2020 al comienzo de la pandemia, las cuales se prolongaron durante mucho tiempo en comparación con otras partes del mundo.
Los signos de esa tensión surgieron a principios de esta semana, cuando el viceprimer ministro de Singapur, Lawrence Wong, publicó en Facebook que había “información errónea circulando en varias redes de que el gobierno está buscando restablecer un disyuntor”. “Todo esto son falsedades”, dijo.
A pesar de estas preocupaciones, los casos de COVID-19 en Singapur han aumentado, con más de 32,000 casos reportados en la semana que terminó el 2 de diciembre.
El Ministerio de Salud de Singapur atribuye este aumento a diversos factores, como la disminución de la inmunidad de la población y el aumento de los viajes y las interacciones durante la temporada festiva.
La variante JN.1, una subvariante de BA.2.86, representa aproximadamente el 60 por ciento de los casos de COVID-19 en Singapur.
Aunque las autoridades locales han indicado que no hay evidencia de que esta variante sea más transmisible o peligrosa, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos han expresado preocupación sobre su capacidad para evadir los sistemas inmunológicos.
A pesar de estas inquietudes, por ahora, no hay evidencia que sugiera que JN.1 represente un riesgo significativamente mayor para la salud pública en comparación con otras variantes circulantes, según los CDC.
Mientras tanto, en Indonesia, se han reinstalado escáneres térmicos en puntos de control fronterizos clave, como el aeropuerto internacional de Yakarta y la terminal de ferry de Batam.
El Ministerio de Salud de Indonesia ha instado a la población a posponer los viajes a áreas con un aumento en los casos de COVID-19, completar la vacunación, usar mascarillas, lavarse las manos y quedarse en casa si están enfermos.
En Malasia, los casos de coronavirus casi se han duplicado en una semana, aunque las autoridades aseguran que la situación está bajo control y no representa una carga abrumadora para los centros de salud.