La gobernadora de Alabama, Kay Ivey, anunció que las autoridades penitenciarias llevaron a cabo la ejecución de Kenneth Smith, un asesino convicto, utilizando el método de asfixia por gas nitrógeno.
Esta medida, presentada como una alternativa más sencilla a las inyecciones letales, es parte del nuevo protocolo del estado, que ha sido etiquetado como "el método de ejecución más indoloro y humano conocido por el hombre".
El protocolo, anunciado de manera confidencial en septiembre, detalla que los funcionarios colocaron a Smith en una camilla y le aplicaron una máscara respiratoria comercial de seguridad industrial.
Conectada a una bombona de nitrógeno puro, la máscara impide que el recluso inhale oxígeno, llevándolo a perder el conocimiento en uno o dos minutos, según las autoridades, para luego fallecer.
Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas y los abogados de Smith, quien previamente había sobrevivido a un intento fallido de ejecución por inyección letal, intentaron detener el proceso, argumentando que el nuevo método presentaba riesgos de muerte tortuosa o lesiones no mortales.
Kenneth Smith.
A pesar de que en el pasado se han utilizado gases venenosos en ejecuciones, como el cianuro de hidrógeno, esta ejecución marca un precedente al ser la primera vez que se emplea un gas inerte para asfixiar a un condenado a muerte, según los expertos en pena capital.
Los críticos de la pena de muerte, incluidos expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas, han expresado su preocupación, calificando este método como un experimento con seres humanos y advirtiendo sobre la posibilidad de heridas no mortales o una ejecución tortuosa.
La dificultad para obtener los fármacos necesarios para las inyecciones letales ha llevado a algunos estados de EE. UU. a buscar métodos alternativos, siendo el gas nitrógeno la opción pionera en este caso. Empresas farmacéuticas han restringido el suministro de fármacos a las prisiones, en respuesta a regulaciones europeas que prohíben el comercio de productos destinados a la tortura o ejecuciones.
Kenneth Smith fue condenado por el asesinato de Elizabeth Sennett, esposa de un predicador, después de aceptar una recompensa de mil dólares de su marido por cometer el crimen, según el testimonio del juicio.