Un devastador bombardeo israelí llevado a cabo ayer en Siria ha dejado a por lo menos 11 personas muertas, incluyendo siete miembros de los Guardianes de la Revolución de Irán, entre ellos dos altos mandos.
El ataque, que tuvo como objetivo un anexo de la embajada de Irán en Siria, ha provocado una reacción enérgica por parte de Teherán, que ha prometido una respuesta contundente ante lo que calificó como un ataque sin precedentes.
El ejército de la república islámica confirmó la trágica pérdida de siete de sus miembros, destacando la muerte de dos altos mandos de la Fuerza Quds, identificados como Mohamad Reza Zahedi y Mohammad Hadi Haji Rahimi.
Las operaciones de rescate están en marcha para recuperar los cuerpos y atender a los heridos, mientras el ministerio sirio de Defensa coordina esfuerzos para lidiar con las secuelas de este violento acto.
En medio del caos y la destrucción, solo quedó en pie la puerta del edificio atacado, con un cartel que recordaba su función como sección consular de la embajada de Irán.
El embajador iraní en Siria, Hossein Akbari, ileso tras el ataque, denunció que el bombardeo fue ejecutado utilizando aviones de combate F-35 y seis misiles, lo que subraya la gravedad y sofisticación de la operación.
Irán, profundamente consternado por el ataque, ha solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar este acto "atroz y odioso", calificándolo como un acto terrorista que viola la Carta de Naciones Unidas y las leyes internacionales.
El país persa instó a detener la escalada de conflictos que podría desencadenarse por estas acciones y exigió una condena firme al régimen israelí.
Rusia calificó el ataque como inaceptable, mientras el movimiento Hezbollah, apoyado por Irán, prometió que el enemigo no escapará del castigo y recibirá su merecido.
Hamas, por su parte, se sumó a las condenas y advirtió sobre el peligroso incremento de tensiones en la región.
Este trágico suceso se produce apenas tres días después de otros ataques israelíes en Siria que cobraron la vida de 53 personas, incluyendo soldados sirios y milicianos del Hezbollah, lo que refleja una escalada preocupante de violencia en la zona.