La noche del jueves, el Congreso de Perú destituyó de manera exprés a la presidenta Dina Boluarte, en un proceso impulsado tras el debate de varias mociones de vacancia.
La mandataria no se presentó para defenderse y el parlamento aprobó su salida con 123 votos a favor, superando ampliamente los 52 necesarios para avanzar con el procedimiento.
Boluarte asumió la presidencia a finales de 2022 tras la destitución de Pedro Castillo, de quien era vicepresidenta, y permaneció en el cargo durante casi tres años gracias al respaldo de partidos conservadores y aliados de izquierda.
Sin embargo, su gestión estuvo marcada por bajos niveles de popularidad, con apoyo entre 2% y 4%, y por múltiples pedidos de vacancia por supuesta incapacidad moral, corrupción y manejo de crisis de seguridad.
Entre los argumentos presentados por los legisladores destacan la presunta responsabilidad de Boluarte en la represión de protestas entre 2022 y 2023, el aumento de la criminalidad y extorsiones, y acusaciones de enriquecimiento ilícito relacionadas con relojes de lujo.
El país también vivió episodios de violencia recientes, como el ataque a un grupo musical durante un concierto en un local del Ejército.
La destitución de Boluarte ocurre en un contexto de alta inestabilidad política: Perú ha tenido seis presidentes desde 2018, y tres exmandatarios cumplen prisión por corrupción o abuso de poder. El país se prepara ahora para las elecciones presidenciales y legislativas programadas para el 12 de abril de 2026.