Como cada año, en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), se entrega la presea que lleva su nombre y que otorga la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, APVT, que preside el colega y amigo, Prisco Árciga Alcántara.
En la madrugada del 31 de 2003, fallece a consecuencia de un infarto el no menos prestigiado y gran colega, Luis Suárez, de origen español es naturalizado mexicano y muere siendo presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas; ésta es la elegía que este año le dedica el presidente de la FELAP; Juan Carlos Camaño, desde su natal Buenos Aires, Argentina y que titula: A Su Querida Presencia:
“Luis haría la reivindicación que nunca dejó de hacer de los principios fundacionales de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). Hoy tan exactos frente al salvajismo de mercado y el terrorismo mediático.
Y reiteraría la consigna: ‘Periodistas Libres en Patrias Libres’. Luis haría lo que nunca dejó de hacer –desde la secretaría general o la presidencia de la FELAP- en sus ponencias, discursos y llamamientos en defensa de los derechos humanos de los periodistas-trabajadores de la prensa.
Precisamente ahora, con más énfasis y la misma convicción –‘a lo Luis Suárez’-, diría que en nuestros países se da una disputa en el campo de la información y la comunicación, donde las ideas y las luchas de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) están plenamente vigentes: 1976-2012.
Al recordar a Luis, a pocos días de que se cumplan nueve años de su fallecimiento, no hay manera –no puede haberla- de soslayar, ningunear, tergiversar, la historia de la FELAP, ni la de las organizaciones que la componen.
Y no hay –ni habrá- cómo, al hablar de Luis y de la FELAP, ignorar la resistencia de las y los periodistas, organizados en la FELAP, al plan de exterminio físico y organizacional de los trabajadores de la prensa llevado a cabo, en la mayoría de nuestros países, por las dictaduras militares y su continuo, hasta nuestros días: el terrorismo de mercado. Al recordar a Luis es imposible no recordar sus preocupaciones y sus manifestaciones contra el crimen organizado y la mafiatización del poder a escala planetaria, en medio de la tan pregonada panacea neoliberal y sus ‘nuevos tiempos’ de globalización, ungida en altar para ‘una mejor calidad de vida’, en correspondencia con las denominadas ‘metas del milenio’, jamás cumplidas.
Es imposible no recordar a Luis en sus advertencias –compartidas, claro está, con otros compañeros de la FELAP-, respecto del desarrollo desigual de la tecnología y la creciente tasa de rentabilidad en el ‘mundo’ de las transnacionales de la información-comunicación y el circuito financiero-guerrerista. Instrumentos del diverso y aberrante control de la sociedad -incluida Internet- y en la programación de próximos holocaustos: diseñados por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), de Estados Unidos, sistema nervioso central de ‘la guerra del ciberespacio’.
Recordarlo a Luis en su compromiso con la Revolución Cubana, en sus alegrías y dolores por México –su segunda tierra, no de segunda-, en sus anécdotas, festivas y dolidas, de su España querida: es, más que recordarlo, tenerlo entre nosotros. Siempre entre nosotros, en el inacabado homenaje a su querida presencia”.