El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha solicitado la mediación del secretario general de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur), el colombiano Ernesto Samper, para tratar de recomponer las deterioradas relaciones con Estados Unidos. En 16 años de chavismo Caracas y Washington han tenido desencuentro tras desencuentro y desde 2010 ambos países no tienen embajadores, pero lo que hace especialmente llamativo a esta solicitud es el momento en el que se produce. El gobernante venezolano asegura que desde la capital estadounidense se conspira para derrocarle.
Maduro explicó que sería una iniciativa “para buscar un mecanismo de diálogo” con el Gobierno del presidente Barack Obama, “para construir una diplomacia de paz, de entendimiento y para detener la agresión contra Venezuela”. Samper, que se encontraba en Caracas, mostró su apoyo a la solicitud del mandatario.
El mensaje se conoció este miércoles, cuando se cumplieron 23 años de la puesta en largo del comandante Hugo Chávez al mando de la intentona golpista contra el entonces jefe de Estado Carlos Andrés Pérez. Maduro quiso dar una demostración de unidad y fuerza al país y se presentó en el patio de la Academia Militar de Venezuela delante de una formación de soldados con atuendos rojos, el color que identificó la asonada del 4 de febrero de 1992, para leer un informe de la rueda de prensa ofrecida por el máximo cargo de inteligencia del Pentágono y sustentar sus presunciones. “El general Vincent Stewart, el oficial al mando de la inteligencia militar estadounidense, testificó en el Congreso de ese país que se están organizando protestas antes de las elecciones parlamentarias (previstas para el último cuatrimestre del año). El imperialismo quiere acabar con el gobierno legítimo de Venezuela”, dijo Maduro antes de solicitarle a los oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana presentes en el acto que “estén alertas” ante un “posible ataque internacional”. “Lealtad y más lealtad”, pidió el gobernante a los militares, a sus ministros y las cabezas de los poderes públicos.
Washington aseguró que “no ha recibido contactos” por parte de Unasur sobre un posible rol como mediador
En la lógica del Gobierno ese detalle sería un elemento crucial para entender que el actual descontento de la población no obedece a la generalizada carestía que le acogota, sino a un plan destinado a desalojar del poder al sucesor de Chávez. De igual manera el jefe de Estado venezolano pidió a su colega de Ecuador Rafael Correa, quien ocupa la presidencia pro tempore de Unasur, que haga de “escudo protector de la paz y la democracia de Venezuela”. Las supuestas amenazas que enfrenta el régimen chavista serán discutidas la semana que viene en Quito en una reunión de cancilleres.
La declaración de Maduro supone la reacción a la aprobación de nuevas sanciones de Washington contra funcionarios y exfuncionarios del gobierno implicados tanto en actos de corrupción como en violaciones a los derechos humanos durante las protestas callejeras ocurridas entre febrero y marzo de 2014, y que terminaron con 43 fallecidos, centenares de heridos y miles de detenidos, entre ellos el líder opositor Leopoldo López. La administración Obama no ha querido revelar ni el número de afectados por la medida ni su identidad, alegando “leyes de confidencialidad” que afectan al otorgamiento de visados.
Poco después del anuncio de Maduro, Washington aseguró que “no ha recibido contactos” por parte de Unasur sobre un posible rol como mediador para aflojar las tensas relaciones con Venezuela, e instó al gobierno del país sudamericano a comunicarse “directamente”. Un portavoz del Departamento de Estado confió a la agencia EFE que no habían sido localizados por Unasur, pero que tampoco lo esperan. “Mantenemos relaciones diplomáticas con Venezuela y su gobierno será bienvenido a comunicar sus puntos de vista directamente a través de esas vías”.
Washington y la oposición venezolana consideran que Maduro intenta con estas decisiones ocultar los profundos problemas económicos y sociales del país y evitar tomar correctivos que impliquen un cambio de orientación económica. Venezuela atraviesa agudas dificultades, con una recesión estimada para 2015 del 7 %, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), y una inflación que se ha disparado a más del 50 %, como consecuencia del fuerte descenso en los ingresos fiscales procedentes de la venta de petróleo, el principal producto de exportación de este país. Fuente: elPaís