En entrevista con la Unión de Morelos, el padre del adolescente se mostró en principio desconfiado para hablar sobre el tema, ya que manifestó “de qué me sirve que encuentren al asesino, mi hijo ya está muerto, nadie me lo va a devolver”.
“No sé nada. No tengo ni la menor idea de porqué mataron a mi hijo. No sé si tenía novia, si tenía enemigos, no sé por qué”, afirmó tajante el hombre.
Después con voz pausada y serena comenzó a narrar la historia del último día en que vio con vida a su hijo y dice: “le herré al darle permiso para que fuera a nadar al balneario que está en el Centro de Temixco”.
El hombre dijo que el martes Miguel Ángel salió de casa y a las pocas horas su hija llegó y le dijo que cerca del Conalep había habido una balacera. Por comentarios se enteró que una persona había muerto, sin imaginar que había sido su propio hijo.
“Yo pasé por el lugar porque fui a recoger unos vales de despensa en el trabajo y de regreso vi únicamente la sangre que había quedado y me dio escalofríos”, declaró el hombre que trabaja como guardia de seguridad.
Al llegar a su vivienda, ubicada en la colonia Azteca, preguntó por “el niño”, pero no había llegado y ya entrada la noche comenzó a preocuparse. Incluso pensó que quizá lo había detenido la policía.
Sin embargo, decidió investigar en un módulo de seguridad de la colonia, donde fue informado sobre el caso de un adolescente con las características de su hijo que fue muerto esa mañana.
Consternado por este hecho el padre se dirigió a la Procuraduría General de Justicia de Morelos, donde lamentablemente confirmó que el cuerpo del menor muerto en la mañana era Miguel Ángel.
El adolescente, quien había cumplido 16 años el pasado 12 de septiembre, estudiaba la carrera de Técnico de Contaduría en el plantel del Conalep y debido a la situación económica de la familia trabajaba de “canastero”.
“Él se levantaba a la cinco de la mañana y se iba a trabajar al mercado Adolfo López Mateos para ganarse algunos pesos, porque a mí no me alcanzaba para darle para su recreo”, recordó el progenitor con la voz entrecortada.
“Nunca vi que sus amigos lo vinieran a dejar en una camioneta o que de pronto se comprara algunos tenis o ropa, y a veces revisaba los bolsillos de su pantalón para ver qué traía, mi hijo era educado… Eso sí era guapo, me contaba algunas veces de las muchachas”.
Sin embargo, una mirada perdida invade su rostro y dice: “Estoy muerto en vida porque él era mi único hijo”, al cabo de algunos segundos rompe el llanto y ahí se acaba la entrevista.