No obstante, los resquicios exhiben aún la gran capacidad que en su momento tuvo el imperio del llamado “Jefe de Jefes” que alcanzó a corromper a funcionarios e infiltrase en corporaciones policiales y el Ejército Mexicano, reconoce una fuente oficial.
Documentos oficiales, publicaciones y las confesiones de grandes capos rendidas ante la Procuraduría General de la República (PGR) permiten reconstruir parcialmente algunos episodios de traición y muerte ocurridas en la caída del “Botas Blancas”.
EL BAUTIZO
Once días antes de su muerte, el sábado 5 de diciembre, Arturo Beltrán Leyva asistió al bautizo de un niño en el fraccionamiento Club Campestre El Cristo de Atlixco, Puebla; ahí comenzó la cacería, según da a conocer la revista Proceso en su número 1733.
Los padres del niño, compadres del capo, eran un joven matrimonio residente de Cuernavaca que tenía su casa de descanso en Paseo del Cristo número 880, sitio donde se realizó una comida para festejar el sacramento y los asistentes no rebasaron los 20 invitados.
Los participantes llegaron el día anterior, el 4 de diciembre, y pasaron la noche en una casa para huéspedes que se encuentra en el jardín posterior de la residencia.
Tras la fiesta, el lunes 7, Beltrán Leyva se dirigió a Cholula, Puebla para sostener una reunión con integrantes de su grupo que operaba desde junio del 2008 en la entidad y establecer acciones para minar la actividad de narcomenudeo controlada por gente afín a Los Zetas.
Escoltado por un convoy de tres Suburban de color negro y un Stratus blanco, “El Barbas” decidió regresar a Cuernavaca la mañana del jueves 10. Salió de Cholula con rumbo a la capital poblana.
A la altura de Camino Real a Cholula y avenida Zavaleta, elementos de la Policía Judicial del estado interceptaron al grupo y les marcaron el alto; la respuesta no se hizo esperar y los sicarios abrieron fuego contra los agentes.
Ambos grupos solicitaron apoyo pero los hombres de Beltrán Leyva lograron evadir la acción policial y arribaron al hotel Villa Florida --donde se alojó el capo después del bautizo-- para escapar desde un helipuerto localizado a un costado del hotel.
La presencia del cártel de los hermanos Beltrán Leyva y la asistencia del capo al bautizo fue documentada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). Anthony Placido, director operativo de la DEA, declaró que “El Barbas” había permanecido 5 días en el estado.
También aseguró que el capo resultó herido durante el enfrentamiento con los policías estatales y municipales del 10 de diciembre.
LA NARCOPOSADA (fotos 37-1 A. Arturo Beltrán logró escapar por segunda ocasión, pero fueron aprehendidos algunos de sus hombres)
El viernes 11 de diciembre Arturo Beltrán ya se encontraba en Cuernavaca; esa noche asistió a una fiesta en la casa número 124 de Paseo de los Naranjos del fraccionamiento Limoneros del poblado de Ahuatepec.
Alrededor de las 2:30 horas del 12 de diciembre, infantes de la Marina irrumpieron en el domicilio. Los sicarios enfrentaron a los marinos y se desató una balacera que se prolongó por dos horas.
Los marinos arrestaron a 40 personas, entre ellas varios integrantes del cártel, así como a los músicos Ramón Ayala y los Cadetes de Linares, quienes amenizaban la fiesta.
Por segunda ocasión y en menos de una semana, Arturo Beltrán Leyva logró escapar.
LA EJECUCIÓN (fotos 37-1B. Tras un enfrentamiento con infantes de la Marina, “El Barbas” cayó abatido en los edificios Altitude de Cuernavaca)
El informe 240473, escrito por el embajador de los Estados Unidos en México, Carlos Pascual, el 17 de diciembre de 2009, un día después de la caída del “Jefe de Jefes”, confirma que la operación fue posible gracias a la información proporcionada por la delegación de Estados Unidos sobre la ubicación del capo.
En esa ocasión, Arturo Beltrán Leyva era acompañado por al menos cinco hombres de mayor confianza, entre ellos Édgar Valdez Villarreal “La Barbie” pero no se sabe si huyó al percatarse de la irrupción de los marinos o si decidió irse antes que iniciara la balacera.
Aunque al ser detenido, el pasado 30 de agosto, “La Barbie” señaló que no estaba en el departamento con “El Barbas”, pero sí recibió una llamada del capo, quien le pidió enviar ayuda, a lo que Valdez Villarreal se negó y le dijo que se entregara.
Con Beltrán Leyva también estaban Miguel Ángel Araujo Moreno, “El Buche”, y Jesús Nava Romero, “El Rojo”, quienes tenían el control de los grupos de sicarios que operaban en Acapulco y el corredor Chilpancingo-Cuernavaca.
Antes de las 5 de la tarde del 16 de diciembre de 2009, más de 100 infantes de la Armada de México desalojaron a los habitantes del edificio Elbus, una de las cinco torres del complejo residencial Altitude ubicado en Lomas de La Selva, Cuernavaca.
Alrededor de las 20:00 horas inició el tiroteo. El grupo de Beltrán Leyva respondió lanzando decenas de granadas de fragmentación y ráfagas de fúsiles AK-47 y R1-5 a través de las ventanas del departamento 201, ubicado en el segundo nivel del edificio de 15 pisos.
El enfrentamiento sólo fue cuestión de horas ya que la capacidad ofensiva dejó a los “narcos” sin granadas; tres de los sicarios que defendían a Beltrán murieron, otro se mató de un disparo según la versión oficial.
La misma información asegura que uno más decidió suicidarse lanzándose por los ventanales pero cuando iba en caída libre una bala expansiva le penetró la espalda.
Fuentes de la Secretaría de Marina refirieron que alrededor de las 9 de la noche, ya sin gatilleros, Arturo Beltrán abrió la puerta de su departamento; aparentemente su intención fue huir por el elevador.
Al cruzar el umbral enfrentó a tiros a los marinos que estaban afuera y cayó muerto por oficiales de la Armada que habían subido por la escalera; varias balas expansivas le perforaron el tórax, el abdomen y la cabeza.
EL INFORME
Un informe remitido al departamento de Estado por el embajador estadounidense, filtrado por el portal informativo de internet WikiLeaks, fue publicado por medios nacionales el pasado 3 de diciembre.
El documento decía que la captura y muerte de Arturo Beltrán Leyva “fue posible gracias a la información proporcionada por la delegación de Estados Unidos sobre la ubicación del capo”.
El embajador Pascual reúne tres de los argumentos que constituyen una constante en sus despachos hacia Washington: la fiabilidad de la Marina, la torpeza del Ejército y la omnipresencia de EEUU en las cuestiones de seguridad de su vecino del sur.
Para efectuar el operativo contra el “Jefe de Jefes”, el gobierno estadounidense se apoyó en la Marina y no en el Ejército Mexicano. En un comunicado difundido horas después de su muerte, la DEA aseguró que la acción fue resultado del intercambio de información con la Armada.
Sobre este caso existe el antecedente que el 29 de diciembre de 2007 la Agencia Antidrogas de Estados Unidos informó a las autoridades del estado sobre el monitoreo de una avioneta sospechosa King E1 200 que aterrizó en el aeropuerto Mariano Matamoros de Temixco.
Mario Gaspar, policía confeso e integrante del cártel, reveló en una de sus declaraciones que este hecho provocó en enero del 2008 “que nos fuéramos a nuestra casa y entregáramos la patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública y en ese mes el Patrón (Arturo Beltrán Leyva) y el MP (Mario Pineda Villa) se fueron para Acapulco porque la plaza de Cuernavaca estaba muy caliente”. La DEA estaba tras la pista del “Jefe de Jefes”.