La aprehensión de Miguel Ángel Ramírez Romero, esposo de la víctima, identificado como principal sospechoso, exhibe más que un descontento de la comunidad científica por esta acción, una crisis de autoridad porque se ha perdido la confianza en las autoridades.
Así lo expresan los comentarios de seguidores que conforman un grupo abierto que apoya a la familia de Yadira Dávila a través de la red social Facebook:
“Luchen duro, no dejen solos a éste catedrático y a su joven hijo, contra el mal uso y aplicación de la ley, de quienes deberían protegernos e investigar quien ó quienes son los asesinos de esta pobre mujer, a los que imparten justicia, yo los maldigo a ellos y a sus familias, por abusivos e ineptos”.
“Comunidad académica únanse y Reclamen justicia!!!!! hoy es Miguel y Yaya, mañana son ustedes. La única manera es unirse y gritar JUSTICIA PARA YAYA, MIGUEL Y MIGUELITO!! JUSTICIA PARA MEXICO!!!”, expresa otra seguidora y en el mismo tenor otros comentarios.
El lugar del hallazgo
A penas el pasado martes nueve de agosto, el cuerpo de Dávila Martínez se encontró --a escasos 300 metros-- al pie de la zona arqueológica de Xochicalco, enclavada a 36 kilómetros del suroeste de la capital de Morelos.
Existen antecedentes de que dicha zona fue escenario de otros crímenes de personas no oriundas de las comunidades de Cuentepec y Tetlama, refiere Jorge Morales, gestor del patrimonio cultural de Xochicalco.
El 23 de mayo de 1962 fue asesinado cerca del lugar el líder social, Rubén Jaramillo Menez y su familia, recordó el hombre en entrevista con La Unión de Morelos, quien además comentó que otro crimen también tuvo lugar hace 17 años, justo en un aniversario luctuoso de la muerte de Rubén Jaramillo.
“Fuimos testigos de cómo aproximadamente tres camionetas bajaron en dirección norte hacia Cuentepec y a los dos días después de ese suceso se encontró sepultado con piedras a una persona que había sido secuestrada”, manifestó Jorge Morales.
“Después de las nueve o diez de la noche, el lugar se vuelve prácticamente solitario a menos que en el sitio arqueológico haya algún evento cultural. Aunque tenemos un hotel o unas cabañas que están justo en el crucero de Tetlama pero también no tiene mucha demanda”.
La identificación
La identidad del cadáver provocó dudas en la comunidad científica debido a que la fiscalía intentó ocultar la información tras conocerse el resultado de la prueba de ADN y la familia de “Yaya” solicitó un segundo examen, el cual corroboró finalmente que se trataba de ella.
Un hecho curioso que narró un compañero de trabajo de Miguel Ángel Ramírez, entrevistado por este medio, es que cuando éste se presentó a reconocer los restos humanos confirmó sin temor a equivocarse que correspondían a su esposa pero en los días siguientes se desdijo de esta declaración.
“Miguel Ángel aseguró ante su jefe que se trataba del cadáver de su esposa, y la identificaba plenamente por la fisonomía de su pierna y prendas de vestir”, reveló el entrevistado que pidió la reserva de su identidad.
Evidencias en contra
El avance en la investigación sobre el crimen llevó a las autoridades a tomar la declaración del científico que manifestó primeramente que el día de la desaparición de la académica él la llevó a una cita con amigas y colegas en Plaza Cuernavaca.
Según una fuente cercana a la investigación, tras ser cuestionado sobre el camino que tomó para llegar a dicho lugar, dijo que tomó la avenida Paseo del Conquistador. Sin embargo, una cámara de seguridad pública ubicada en el sitio nunca registró la presencia de su vehículo.
Entre otras evidencias en contra del presunto, se encuentra un video –mencionado también por él mismo durante una entrevista con un medio local-- que revela parte de su vida íntima y una doble personalidad que lo perfila como principal sospechoso, según el reporte de la fiscalía del estado.
Aunado a esta situación, se menciona un examen psicológico realizado al imputado, además de una muestra de tierra hallada en el interior de su automóvil que lo vincula con la escena donde el cadáver de Yadira Dávila se encontró el martes nueve de agosto.
Los vecinos
Sin embargo, para otras personas que lo conocieron --además de sus amigos y compañeros de trabajo que creen en su inocencia-- se encuentra una de sus vecinas.
María “N”, propietaria de una tiendita y vecina del matrimonio, indicó que la pareja llegó a vivir al lugar hace tres años y a decir de ella eran personas que no tenían mucha vida social con los vecinos; nada más salían para comprar en su tienda o en otra que se encuentra “más abajo”.
“Nunca escuché alguna discusión entre ellos; por el contrario, era común verlos abrazados. Ella era un poco más reservada que él, quien era más sociable y siempre se dirigía con respeto, pero ella era algo especial porque casi no conversaba”, refirió la mujer de la tercera edad.
Ellos tenían su domicilio en la calle José María Morelos y Pavón de la colonia Rodolfo López Nava del poblado de Ahuatepec de Cuernavaca, considerada como una de las más inseguras en la zona.