México ha tenido avances significativos, duplicando el acceso de la población de 25 a 34 años a ambos niveles educativos con respecto a la generación que hoy tiene 55 a 64 años: Mientras que el 21% de la población mexicana entre 55-64 años alcanzó culminar la educación media superior, este porcentaje se elevó a 42% entre los de 25-34 años de edad. Una evolución similar se observa en el nivel superior, con sólo el 9.8% de aquellos que ahora tienen entre 55-64 años habiendo alcanzado una educación superior en comparación con el 20.2% de aquellos entre 25 y 34 años de edad que también lo han hecho. Pero los logros son los más bajos en los países de la OCDE. Y a nivel regional vamos detrás de Chile y Brasil (AZ Revista de Educación y Cultura, Noviembre 2011)
Una educación con calidad es un reto fundamental para México. Es estratégico y lo debe de ser para el próximo gobierno. ¿Por qué estamos en una situación de crisis en el ámbito educativo? En buena medida porque durante los últimos años, el estado mexicano no invirtió en la educación. Ni las escuelas ni los programas para la formación de los maestros recibieron el financiamiento para que estuvieran acordes a las necesidades del siglo XXI.
México decidió incorporarse a la globalización desde la década de los noventas. Compite, de hecho, con países que sí han invertido desde hace veinte años en materia educativa. Por citar un ejemplo. En 1961 Corea y México conformaban parte del bloque de países con una ínfima matrícula en educación media superior. Corea es el país líder en este rubro. Prácticamente el 100% de los coreanos entre 25-34 años cursaron la educación media superior y más del 60% cursaron la educación terciaria. Está por encima de Canadá y Japón.
Hoy se exige por parte de ese mundo competitivo que nuestros jóvenes en nuestras escuelas, en las universidades, tengan una calidad educativa que les permita competir con jóvenes en Europa en Asía, o sencillamente, con países que están en vías de desarrollo.
Hay una petición de la juventud: el país no está en sintonía con las condiciones que hoy demandan. Hay un déficit en sus niveles educativos; carece de una perspectiva de empleo estable y bien remunerado que les dé condiciones favorables para su futuro. Hay que reconocer la valentía cívica de los jóvenes demandando lo que el gobierno –o los gobiernos- debieron de haberles otorgado en los últimos años, con visiones no solamente dentro del bachillerato, dentro de los tecnológicos, sino también el contexto laboral, social y cultural. Es fundamental un compromiso con los jóvenes.
Un gran reto del sistema educativo mexicano es el de mantener a los egresados de primaria y secundaria en el sistema educativo, ya que las tasas de participación para edades en los niveles medio superior y superior siguen siendo bajas. Sólo el 52% de aquellos en edad de 15-19 años están matriculados, y aunque esto representa 10 puntos porcentuales más que en 2000, es bajo comparado con Brasil (75%), Chile (73%) y la media de la OCDE (82%).
Si seguimos avanzando en las edades podemos ver que la tendencia se mantiene ya que sólo el 11% de los mexicanos de entre 20 y 29 años participan en la educación (2 puntos porcentuales más que en 2000), y alrededor de la mitad de sus homólogos viviendo en Chile (23%) y Brasil (21%), y en promedio en los países de la OCDE (26%).En un 45%, las tasas de graduación en la educación media superior son las segundas más bajas entre los países de la OCDE después de Turquía, y de los egresados sólo el 52% de estudiantes concluyen sus estudios dentro de la duración teórica de los programas (frente al 68%, en promedio, en otros países de la OCDE).
Los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad conforman una fuerza integrada por mil 200 millones, según establecen las últimas cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es por ello que el organismo multilateral ha instado a los Jefes de Estado a promover políticas y programas de largo alcance orientados a cubrir las necesidades de la población juvenil.
El organismo internacional —de acuerdo a sus proyecciones y estudios— también ha puesto interés para que las naciones asignen una mayor inversión pública en programas y planes que doten a la juventud de espacios y mayores oportunidades a fin de aprovechar su potencial como agentes de movilidad social.
Todos ellos, de acuerdo a la lista nominal del Instituto Federal Electoral (IFE) suman 3.7 millones de electores y electoras entre 18 y 19 años. Votarán por primera vez en su vida. Lo harán el primer domingo de julio como también ocurrirá con más de diez millones (10.3) de jóvenes cuya edad fluctúa entre los 20 y los 24 años, a los cuales se suman 10 millones de 25 a 29 años y, aproximadamente, 9.7 millones entre 30 y 34 años de edad. En números globales, suman casi 33 millones de votantes menores de 34 años.
*Doctor en Ciencia Política en la Harvard University; ex Consejero Electoral del IFE.
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