Una adolescente de 14 años de edad fue asesinada por su padre y enterrada en junto a su domicilio, ubicado a un costado de la autopista México-Cuautla, a la altura de la colonia La Obrera, ubicada a unos tres kilómetros de la caseta de Tepoztlán.
De acuerdo con los datos proporcionados por los agentes de la Policía de Investigación Criminal, en días pasados, una menor de 15 años de edad acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) para denunciar a su progenitor por violencia familiar.
La adolescente le confesó a los elementos policiacos que con ella eran 11 hermanos quienes vivían en condiciones precarias, en una vivienda construida con carrizo, lámina de cartón y lona, a orillas de la autopista.
En su relato, la denunciante comentó que su padre, de nombre Gildardo “N”, los golpeaba y amarraba con cadenas.
Asimismo, manifestó que el pasado 12 de julio del año en curso, una de sus hermanas, llamada María “N”, le pidió de comer a su papá, quien, enfurecido, la comenzó a golpear con una tabla hasta que la dejó inconsciente.
Sin embargo, al ver que la menor ya estaba muerta, el individuo, con ayuda de su esposa, la enterró en un agujero que habían hecho para hacer una cisterna.
Al pasar los días, Gildardo “N”, de aproximadamente 40 años de edad, acudió a denunciar la desaparición de su hija con la intención de despistar a las autoridades por el homicidio.
Para confirmar la versión de la adolescente que denunció la violencia familiar, los policías acudieron a la casa y detuvieron al matrimonio, durante la tarde de este sábado.
Tras un interrogatorio, el homicida les dijo a los uniformados que su hija se había muerto por una congestión debido a que había comido mucho y estaba sepultada a espaldas de su morada.
Posteriormente, al lugar llegó personal de Protección Civil de Tepoztlán; al escarbar, los trabajadores encontraron el cadáver de la víctima.
La zona fue acordonada hasta que los peritos realizaron las investigaciones y después el Servicio Médico Forense (Semefo) realizó el levantamiento del cuerpo.
Los elementos de la Policía de Investigación Criminal pidieron el apoyo de los paramédicos para que valoraran a los otros diez hijos, quienes tenían huellas de golpes y síntomas de desnutrición.
En la morada había una mesa, trastes, ropa y un sillón en donde dormía el presunto responsable del asesinato, ya que los menores de edad se acostaban en el suelo.