El zócalo de la Ciudad de México, ese punto álgido que a la vez es el centro de reunión y el corazón de la ciudad donde suceden tantas cosas, guarda en el subsuelo tesoros arqueológicos importantes, tal es el caso de una ofrenda en la que se sacrificó un lobezno de 8 meses y junto al cual se encontraron 22 piezas de oro.
Entre las piezas se encuentra un pectoral, pendientes y una argolla para la nariz, todas realizadas en finas láminas de oro. El hallazgo se hizo a espaldas de la Catedral Metropolitana, en una pequeña bóveda de 12 pies cúbicos que albergaba otras ofrendas de animales y plantas provenientes del mar, el cielo y la tierra.
Para los aztecas, el lobo era la representación encarnada del dios Huitzilopochtli, el señor de la guerra y el sol, además también representaba esa guía para los guerreros a través del río del inframundo.
Respecto al hallazgo, el arqueólogo Leonardo López comentó:
"Estas son, sin lugar a dudas, las piezas más grandes y más refinadas descubiertas hasta ahora"
Lo dice porque en el curso de 40 años de excavaciones se han descubierto más de 205 ofrendas, pero solo 16 de ellas contenían alguna pieza de oro. Recordemos que el oro era codiciado por los conquistadores, quienes en cuanto lo hallaban, lo fundían en lingotes y lo embarcaban al Viejo Mundo.
Curiosamente, para dar con este hallazgo, fue necesario que se demolieran dos edificios que durante un par de décadas estuvieron fincados sobre el lugar, además fue una mera casualidad que la bóveda estuviera casi intacta, pues en 1900 una tubería que pasó por ahí dañó una parte, sin embargo, los trabajadores de la época no vieron nada extraño en el lugar, y no extrajeron las piezas de oro.
El sacrificio y ofrenda de este lobo se llevó a cabo en los tiempos de Ahuizotl (1486-1502) el emperador azteca más temido y poderoso que extendió sus dominios hasta las tierras de Guatemala.
Aún es necesario hacer estudios en las costillas del pequeño lobo, para saber si como parte del sacrificio le fue extraído el corazón, tal como se hacía con los guerreros que eran sacrificados en las escalinatas del Templo Mayor.
Por lo pronto queda más que claro que en el subsuelo de la Ciudad de México, aún yacen muchos tesoros esperando a ser descubiertos para entender mejor y sentir aún más nuestra la historia de este gran país. | Xataka