El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Morelos, ante el regreso a clases exhorta a los padres de familia a reforzar algunas medidas de higiene, como lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, así como dormir ocho horas continuas, ya que ayuda a los hijos a desarrollar buenos hábitos de sueño desde una edad temprana.
Al no dormir bien, los menores están expuestos a ser impulsivos, agresivos y presentan fatiga exagerada y somnolencia durante el día, lo que condiciona falta de atención en sus actividades escolares y bajo rendimiento.
Un buen descanso es muy importante en todas las etapas de la vida, pero primordialmente en la infancia para un mejor rendimiento escolar. De igual manera se recomienda organizar los horarios de descanso debido a que durante el periodo vacacional el ritmo de sueño fue modificado, muchas veces se dejó a los menores acostarse más tarde y dormir más tiempo por la mañana.
María del Rocío Manjarrez Aranda, coordinador auxiliar de Salud Pública del Seguro Social, indicó que para revertir dicho hábito ante el regreso a clases, se debe poco a poco ayudar a los menores a acostarse temprano y cumplir con el tiempo de descanso necesario para estar sanos.
La especialista explicó que los niños deben tener una hora fija para irse a la cama, entre ocho y nueve de la noche, de acuerdo a la edad. Se recomienda un ambiente tranquilo durante la noche, así como cenar ligero.
El dormir bien es esencial para la salud y el desarrollo del niño, ya que promueve estar alerta, tener buena memoria y mejor comportamiento. Quienes duermen un promedio de ocho horas al día reaccionan muy bien y son menos propensos a problemas de concentración, comportamiento e irritabilidad.
Los ciclos de sueño se deben completar para el buen funcionamiento del organismo. De nada sirve dormir 12 o 16 horas si este sueño no es reparador ni de buena calidad. Las horas para dormir estarán determinadas de acuerdo con la edad y la exigencia que demandan las actividades diarias.
Algunos desórdenes del sueño que deben ser identificados en los niños son: terrores nocturnos (que ocurren durante periodos de transición), estrés o cambios de rutina.