En la casa de Mauri la tierra se abrió y saltó como a borbotones. Lo único que quedó intacto fue el cuarto donde dormía. Dice que está viva gracias a su fe.
“Nos levantamos, pero el piso ya se estaba abriendo, las puertas se cerraron y ya no pude salir. El olor del gas nos estaba ahogando”.
Por fuera su casa pareciera intacta, pero la evaluación del municipio señala en la fachada que es pérdida total, al igual que el resto de viviendas de la calle donde vive Mauri y en donde aseguran que no ha llegado la ayuda.
Abel Cruz, habitante de paredón, Chiapas, pide ayuda. “Mi petición es que nos atiendan urgentemente, más que nada, no queremos que nada más vengan y hagan promesas porque es bien bonita la promesa pero que se cumpla, también”.
Don Abel y su familia duermen en la iglesia desde el jueves pasado. La casa donde vivió de niño, de donde migró en busca de mejores oportunidades y donde regresó para pasar su vejez tiene que ser demolida, aunque por fuera no se le vean mayores daños. Sin embargo, las paredes están a punto de derrumbarse, el piso tampoco soportó la fuerza del sismo.
Él y sus hijos limpiaron los escombros, buscan ver si por lo menos pueden rescatar la lámina para improvisar una choza, ya que de su casa no pudo rescatar ni siquiera el entrañable muñeco de trapo, recuerdo de su infancia.
Pero no todas las casas de Paredón, pueblo pesquero ubicado a 20 minutos de Tonalá, soportaron la embestida de la naturaleza.
Escombros y recuerdos son lo que quedan en el terreno donde Carmita Hernández y su familia tenían su vivienda y la tienda que les daba para comer.
“Es que saliendo yo y ya la casa se vino abajo. Corro allá y la barda atrás de mí se cae, a este lado el baño, a este lado se cae el pan donde la vecina hacía pan para vender. Y enfrente de mí se raja la tierra, sale mucha agua, era como un río que corría en mis pies, todo se vino abajo”, dice Carmita.
Absolutamente todo quedó sepultado por los escombros. Hoy se refugia en casa de unos conocidos, dice que espera desde el viernes un poco de ayuda.
“Aquí no traen despensa, no hay nada. Dicen que repartieron colchones, aquí no viene ayuda, por eso estamos uniéndonos, porque ¿dónde está la ayuda?”
Una ayuda que esperan urgentemente porque todos los días se nubla el cielo en Paredón y temen que la lluvia termine de devastar la fragilidad en que se encuentran muchas viviendas.