El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, negó que su gobierno amenazara a Washington con expulsar a los miembros de la agencia antidrogas estadounidense DEA luego de que detuvieran de forma inconsulta al exsecretario de Defensa Salvador Cienfuegos, como señalaron algunos diarios estadounidenses.
Cienfuegos llegó el miércoles a México, donde compareció ante la Fiscalía General de la República, después de que un juzgado federal de Estados Unidos retirara los cargos en su contra por narcotráfico, tras intensas gestiones diplomáticas, lo que fue considerado como una muestra de respeto por el Gobierno.
“Están diciendo que amenazamos con expulsar a los agentes de la DEA, no amenazamos a nadie, lo único que hicimos fue, por la vía diplomática, expresar nuestra inconformidad y nos entendieron muy bien”, dijo López Obrador en su habitual rueda de prensa diaria.
“No es la intención de romper con la operación, solo es que se mantenga el respeto mutuo y que se cumpla con los acuerdos”, agregó luego de ser consultado sobre la continuidad de la actividad de la DEA en el país, cuyo papel había cuestionado tras la detención de Cienfuegos en Estados Unidos.
El que fuera jefe del Ejército y la Fuerza Aérea mexicanas durante el mandato de Enrique Peña (2012-2018) fue arrestado en octubre en el principal aeropuerto de Los Ángeles y acusado por los fiscales estadounidenses de proteger y colaborar con un cártel del narcotráfico. La operación no fue compartida con el gobierno mexicano.
Después de fuertes tensiones, entre ellas el envío de una nota diplomática y llamadas telefónicas entre el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, y el fiscal general estadounidense, William Barr, México consiguió que éste solicitara el retiro de los cargos al tribunal.
López Obrador aclaró que no hubo nada a cambio de esa decisión que, según los fiscales estadounidenses, respondió a que su interés en procesar al militar retirado fue superado por el “interés más amplio” en mantener la cooperación entre las fuerza pública de ambas naciones.