La pandemia dio un giro drástico en el uso de la banca en línea en México, pero con eso también se generó un aluvión de fraudes perpetrados por criminales que operan con datos personales de usuarios sin que las instituciones financieras restituyan los fondos en la mayoría de los casos.
Durante las dos décadas en las que Gabriela González, de 51 años, trabajó en la banca nunca imaginó que ella sería víctima de un intento de fraude, como muchos de los que supo durante su experiencia en el sector.
Pero un día recibió un mensaje de texto alertándola sobre un movimiento extraño en su cuenta.
De inmediato, recibió una llamada del número del banco que aparece al reverso de su tarjeta de débito, ella no lo sabía pero quienes la llamaban realmente eran delincuentes de una red de estafas.
Cuando intentaron convencerla de que diese sus contraseñas para “cancelar el movimiento” se dio cuenta de que era una farsa.
Sin embargo, los delincuentes ya habían accedido al soporte de su teléfono y comenzaron a escribirle insultos a su marido.
“Le enviaron textos con cosas obscenas, como que lo engañaba. Estaban furiosos porque no les di la información que querían. Lo que me preocupa es cómo supieron todos mis datos al contactarme”, se queja con amargura González este miércoles en entrevista con EFE.
Así como ella, en México se detectan en decenas de miles los usuarios que han recibido mensajes de texto, llamadas y correos de personas que se hacen pasar por el banco para luego vaciar sus cuentas.
Solo en 2021, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) registró un aumento del 52% en las denuncias de fraudes bancarios por internet con respecto a 2020, al situarse en 24,215 reclamaciones.
“(Los años) 2020 y 2021 fueron atípicos, pero las denuncias por fraude han sido una constante”, señaló en entrevista Jesús Chávez Ugalde, director de Análisis y Estadísticas de Servicios y Productos Financieros de la Condusef.
Sin protocolos
A María Elena –que prefiere no dar sus apellidos–, de 77 años, le pasó algo similar pero a diferencia de González, los delincuentes pudieron desfalcar su cuenta y hasta pidieron más crédito en su tarjeta para seguir robando.
Tanto con María Elena como con González, los estafadores se ganaron su confianza y simularon a la perfección ser un asesor del banco que se sabía sus nombres completos, sus números de tarjeta y, naturalmente, a qué institución financiera pertenecían.
Es difícil imaginar que una red de estas características tenga acceso a esta información sin que –de alguna manera– se pueda traficar con los datos personales de cientos de miles de clientes.
“Todo el mundo lo sabe y todos (los bancos) te dicen que te van a proteger, pero todo el mundo tiene tus datos”, dice con resignación María Elena, quien lleva desde diciembre tratando de que se le restituya su dinero.
Juan Carlos Jiménez, director general de la Asociación de Bancos de México (ABM), niega que sean los bancos quienes filtran la información a estas redes y pone la responsabilidad en la cancha de los usuarios.
“Esta gente está muy bien preparada, con muchos estudios, tienen muchísimos recursos y toda la cooperación de los criminales internacionales para hacer ingeniería social”, alertó Jiménez.
De acuerdo con datos de la Condusef, solo el 29% de las quejas por transferencias electrónicas no reconocidas (que se hace desde la banca en línea o aplicaciones móviles) termina con un fallo a favor del cliente.
Lo más habitual es que cuando alguien acude al banco para denunciar que fue objeto de una estafa, la institución argumenta que es responsabilidad individual no otorgar datos sensibles como contraseñas y claves.
“Aunque (los criminales) hayan logrado construir toda esa información (nombre del banco, nombre del cliente y número de tarjeta), si tú no les das tus claves, no pueden hacer nada”, concluyó.
Campañas de concienciación
Desde 2020 la ABM comenzó la campaña “Protégete, que no te engañen” para alertar a las personas sobre este tipo de delitos.
En la asociación advierten de distintas estrategias que se han identificado durante estos años con la esperanza de que de esa manera los usuarios puedan identificar a una persona que se hace pasar por un ejecutivo.
Los fraudes, argumentan en la ABM, se concentran por tres vías: llamadas telefónicas, mensajes de texto y correos electrónicos.
A pesar de las campañas, la cantidad de todos los tipos de fraudes bancarios ha ascendido en los últimos dos años hasta llegar a las 76,000 denuncias al cierre de 2021.
Además, las quejas por transferencias electrónicas prácticamente se duplicaron de 2019 a 2021 y rozaron las 18,000.