La escritora y periodista Elena Poniatowska recibió ayer la medalla Belisario Domínguez correspondiente a 2022, durante una sesión solemne en el Senado de la República en la que compartió parte de la historia de México, de los principales movimientos sociales y políticos del país que ella ha narrado en sus crónicas e historias, que van desde las huelgas ferrocarrileras de los 50, la matanza de Tlatelolco de 1968, los sismos de 1985 y la rebelión zapatista.
En la vieja sede senatorial de Xicoténcatl, acompañada en el podio por representantes de los tres poderes, Poniatowska no pronunció un discurso político, “como se esperaba”, aclaró, sino un testimonio del “privilegio” de haber tratado a grandes personalidades del arte, la política y la ciencia, y de agradecimiento a la vida que le ha permitido “escribir lo que pienso”, destacó.
No pudo dejar de expresar “mucha tristeza” por la ausencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en esa ceremonia, “porque tanto mi familia, mis amigos y muchos de los que estamos aquí lo queremos, y no sólo lo queremos, lo admiramos”, subrayó entre aplausos de los senadores de Morena y sus aliados, y los gestos serios de los opositores.
Sin importar un escándalo que armaron antes senadoras del PAN dentro del recinto, Poniatowska destacó la “enorme distinción” que significa la presea que antes recibieron “quienes tanto he admirado”.
“Los premios son una puerta que se abre de pronto; un regalo, una posibilidad de futuro y un reconocimiento al pasado para los que, como yo, se despiden.”
A sus 91 años, orgullosa en su traje de juchiteca, “Elenita” compartió que a los 21, años, después de tres años en un convento del Sagrado Corazón, en Torresdale, Filadelfia, supo que quería escribir, y desde entonces no ha dejado de hacerlo.
El secretario de Gobernación, quien asistió en representación del Ejecutivo federal; el ministro Alberto Pérez Dayán, en nombre de la Suprema Corte, y los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, Alejandro Armenta y Santiago Creel, seguían atentos las palabras de la escritora.
“Tuve la dicha de entrevistar a personajes como don Alfonso Reyes, Diego Rivera, Octavio Paz, Alfonso Caso, María Félix, Dolores del Río y muchos otros. Pero fue en la cárcel preventiva, en el Palacio Negro de Lecumberri, donde encontré un mundo tan distinto al mío, que entré a la mejor escuela de vida.”
Además de admirar la “heroica” denuncia de Belisario Domínguez, expuso, fue testigo de lo que padecieron los damnificados en los terremotos del 28 de julio de 1957, cuando voló el Ángel de la Independencia, y casi 11 años después, el valor de las madres de familia y sus hijos estudiantes, en 1968.
“Nunca olvidaré el heroísmo de los habitantes de Tlatelolco que se quedaron con el paisaje, bueno, se quedaron sin nada después de la batalla y durante días y días sin agua y sin luz. Todavía soy de los que levantan la cabeza cada vez que un helicóptero sobrevuela un caserío, porque en 1968, la aparición de uno sobre la plaza de las Tres Culturas desató la balacera. Vivir este acontecimiento sigue siendo una profunda herida hasta el día de hoy”.
Imposible no amar, expuso “a Sor Juana Inés de la Cruz, a José Clemente Orozco, a Ramón López Velarde, a Juan Rulfo, a Francisco Toledo, a Jaime Sabines, a Monsi y a Pacheco, y a nuestros grandes luchadores sociales: los Flores Magón, Ricardo, Jesús y Enrique”.
Imposible también, “no tomar en cuenta el viacrucis de doña Rosario Ibarra de Piedra en busca de su hijo Jesús, imposible no admirar a Francisco Toledo, que además de su propio arte protegió a Juchitán al impedir la instalación de un McDonald’s en el Zócalo”.
Recordó la sorpresa de su mamá, hace más de 50 años, cuando le habló de su admiración por Zapata. “Pero, Elena, si nos quitó la hacienda en Morelos”, le respondió. Sin embargo, “años más tarde, Paulette Amor, mi madre, quien manejó una ambulancia durante la Segunda Guerra Mundial, habría de convenir conmigo en que la mirada de Zapata atravesaba los siglos”.
Fue un homenaje a las mujeres. Poniatowska ha recordado a sus 91 años los nombres de las mujeres que han ayudado a levantar el México moderno, desde la cultura, la literatura, la lucha revolucionaria y el alzamiento zapatista.