Durante las celebraciones del Sábado de Gloria en distintas partes del país, la tradicional quema de Judas incluyó este año figuras del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y de diversos personajes políticos nacionales, como parte de una crítica social a sus acciones.
En Monterrey, Nuevo León, las figuras de Trump y del gobernador Samuel García fueron incendiadas por sus decisiones políticas. Trump fue representado como “traidor” por la imposición de aranceles a varios países, mientras que García fue criticado por el abandono del estado y sus viajes personales, en medio de problemas de inseguridad y movilidad.
En León, Guanajuato, la edición 110 de esta celebración fue resguardada por autoridades locales. La figura de Trump volvió a ser protagonista, esta vez acompañada por la del diputado y exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, acusado de abuso sexual. Ambas efigies, de más de dos metros de altura, fueron elaboradas en papel y engrudo y explotadas con pirotecnia junto a una piñata que representaba a Satanás.
Por otro lado, en Cuitláhuac, Veracruz, la comunidad afrodescendiente celebró la quema del Rey Judas como parte de una tradición con más de 136 años de historia. En esta representación, el bien vence al mal sin centrarse en personajes específicos, manteniendo viva una herencia cultural única.
En Hermosillo, Sonora, la comunidad Yaqui cerró su Cuaresma con la quema de cientos de máscaras de fariseos en una ceremonia ancestral. Este ritual, más allá de lo religioso, reafirma la identidad indígena y une generaciones enteras en una expresión colectiva de fe y tradición.
Estas celebraciones reflejan cómo las costumbres populares mexicanas combinan crítica social, identidad cultural y expresión religiosa en una mezcla única que sigue viva a lo largo del país.