Hidalguía, inteligencia y empatía, preocupación por el semejante, son valores que podrían definir a la artista japonesa Yoko Ono, quien en el marco de una conferencia pacífica –no podía ser menos- e impecablemente organizada por el Museo Memoria y Tolerancia, en el Centro Histórico, pidió una oportunidad para la paz y defendió el arte como herramienta para el cambio.
Vestida íntegramente de negro, con gafas y sombrero blanco, la señora Lennon, como ella misma se denominó, habló con una voz juvenil y poderosa -el trueno de un pensamiento enérgico y convincente- sobre su vida, su arte, su famoso marido asesinado en una calle de Manhattan, John Lennon (1940-1980) y de la muestra “Tierra de Esperanza” que presenta en México hasta el 29 de mayo próximo.
Aun cuando los organizadores habían pedido expresamente que no se hiciera mención a Los Beatles ni se hablara de Lennon, fue la propia Ono –quien el 18 de febrero cumplirá 83 años de edad- la que hizo mención a su ilustre esposo, al afirmar que siempre fue ella una artista.
“Siempre fui Yoko”, afirmó en forma reiterada.
“No hice muchas cosas para no ofender a mi marido, quien era un hombre muy sabio y también muy poderoso. No hubiera tenido sentido que por una cuestión de orgullo me empeñara en hacer sólo mis cosas en lugar de las muchas que hicimos juntos”, contó.
“Cuando fui la señora Lennon, me llamaron bruja, exhortaron a la gente a que no me quisieran y hasta de mi humanidad dudaron, algo que no fue precisamente agradable y tampoco fue una sorpresa”, remarcó, al tiempo que expresó su fe en la energía que acontece cuando los seres humanos se comunican como la fuerza principal para contrarrestar la negatividad circundante.
“A muchas mujeres les pasa lo mismo. Las llaman brujas y lo mejor es intercambiar energías entre las personas, como lo que estamos haciendo ahora nosotros”, agregó.
A propósito del poder femenino, la artista residente en Nueva York dijo que “las mujeres no pedimos poder. El poder de las mujeres deben crearlo las mujeres para las propias mujeres y para los hombres también”, afirmó.
“No le queremos quitar nada a los hombres, queremos darle nuestro poder a los hombres”, insistió, para luego contar el caso de una mujer musulmana a quien los hombres de su hogar no hacían caso, hasta que empezó a hacer unas muñecas con los sobrantes de telas que quedaban luego de confeccionar las camisas para su marido y con ello generar dinero para la casa.
“Tal vez empezaron a valorarla por una razón errónea, pero esto demuestra que no hay que ser selectiva a la hora de buscar el poder en nosotras. No es necesario fundar una empresa de muñecas pequeñas para sentirnos poderosas, no es eso lo que quiero decir, sino que a la hora de encontrarnos con nuestro propio poder, debemos tratar de hacer algo que podamos hacer”, expresó.
QUE LOS OJOS NO SE SEQUEN
Particularmente conmovida por los feminicidios que se suceden en sitios como Ciudad Juárez o el Estado de México, Yoko pidió a los periodistas reunidos en el Museo Memoria y Tolerancia y a través de ellos a todo el pueblo de México que “no permitan que sus ojos se sequen, para que ellos no olviden esa tragedia que les puede pasar también a ustedes. Tenemos que hacer algo al respecto”, clamó.
“Hay que poner el acento en eso”, pidió, mientras que de la esperanza, palabra central en la muestra que se inaugura hoy en la Ciudad de México y que traspone las fronteras museísticas para generar intervenciones en sitios como los Bosques de Chapultepec y la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, entre otros, alude a un tierra que “no es perfecta y no está completa”.
“La esperanza es necesaria para que llegue el día en que no necesitemos la esperanza”, dijo Ono, una artista convencida de que el cambio positivo en el mundo no parará.
“Podemos dormir mientras el cambio sucede o podemos participar en el cambio”, fue una de sus ideas citadas por algunos de los que la acompañaron en la conferencia, entre ellas el Embajador José Luis Martínez –funcionario de la Secretaría de Cultura- y el encargado de la Cultura en la Ciudad de México, el poeta Eduardo Vázquez.
“¿Por qué vas a México?, me preguntaban en los Estados Unidos. No vine precisamente a comer a un lindo restaurante, sino para reunirnos y pensar en hacer algo juntos. Todo el mundo está sufriendo por la violencia. En los Estados Unidos la violencia es diaria y quizás por eso nos volvemos insensibles frente a ella”, manifestó.
“Vine aquí a hablar de la paz y a decir, aunque sea algo fuerte de decir, que la violencia no pasará pronto. Estoy aquí para resurgir, tenemos que levantarnos de la silla, tenemos que sentarnos en algún lugar todos juntos y tenemos que actuar más que hablar, puesto que no necesitamos sólo palabras para transformar lo que pasa”, dijo la madre del músico Sean Lennon.
“A menudo se habla de los Estados Unidos como de un país muy violento, pero los estadounidenses no son violentos. Lo que debemos saber es que no necesitamos la televisión, tenemos que actuar, ahora es el momento. Y debemos tener esperanza, porque esperanza alude a una tierra que no es perfecta, que no está completa todavía y que corresponde esperar que lo sea alguna vez”, dijo.
También aclaró que su estadía en México no corresponde a la idea de que sólo nuestro país es violento. “Todo el mundo es violento y trato de estar en todos los lugares que puedo. En 10 días cumpliré 83 años, no sé cuándo moriré, pero uso todo el tiempo posible para plantar la semilla de una paz hermosa en el mundo. Estoy poniendo el alma en ello”, confesó.
“Quiero pelear con ustedes para cambiar lo malo que está sucediendo en este país y lo hago a través de mi arte. Tratemos todos los días de ser capaces de algo mejor. Cocinar, por ejemplo, aunque esto no sea indicativo de que yo sea precisamente una buena cocinera”, bromeó.
“Encontremos maneras creativas para hacer cosas mejores en el mundo”, dijo Yoko. Yoko Ono. La de siempre. La artista. La activista por la paz. | SinEmbargo