El 24 de febrero de 1984 entra en vigor la nueva Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, cuyo artículo 10 a la letra estipula: “El 24 de febrero se establece solemnemente como Día de la Bandera. En este día se deberán transmitir programas especiales de radio y televisión destinados a difundir la historia y significación de la Bandera Nacional. En esta fecha, los poderes de los tres órdenes de gobierno realizarán jornadas cívicas en conmemoración, veneración y exaltación de la Bandera Nacional.”
El numeral 11 del mismo añade: “En las instituciones de las dependencias y entidades civiles de la Administración Pública Federal, de los gobiernos de los Estados y de los Municipios se rendirán honores a la Bandera Nacional en los términos de esta Ley y con carácter obligatorio los días 24 de febrero, 15 y 16 de septiembre y 20 de noviembre de cada año”, de acuerdo con información de la Secretaría de relaciones Exteriores (SRE).
A continuación presentamos 10 curiosidades sobre esta insignia nacional:
El estandarte de la Virgen de Guadalupe fue utilizado como bandera insurgente a partir del 16 de septiembre de 1810, cuando Miguel Hidalgo decidió tomarla de la parroquia de Atotonilco. Sin embargo, semanas después de iniciada la guerra de Independencia la imagen fue capturada por las tropas realistas en la batalla de Aculco el 6 de noviembre de 1810.
La bandera llamada “del Regimiento de la muerte” o “Dolientes de Hidalgo”, en la cual la imagen de una calavera con cuatro huesos descansa sobre una cruz negra y un paño rojo, fue enarbolada, a partir de 1811, por el el cura José María Cos. “Los dolientes de Hidalgo”, como se hacían llamar los miembros del regimiento, tenían como consigna hacer “la guerra a muerte y sin cuartel a los tiranos opresores” pero fueron completamente derrotados por las fuerzas realistas el 2 de enero de 1812, en Zitácuaro.
Está plenamente comprobado que en 1847, Juan Escutia no tomó la bandera mexicana que ondeaba sobre el Castillo de Chapultepec, ni se envolvió en ella para luego arrojarse desde lo alto del entonces Colegio Militar. La bandera fue arriada por las tropas estadounidenses y se le regresó a México hasta el sexenio de José López Portillo.
El 8 de septiembre de 1847, durante la batalla de Molino del Rey contra las tropas norteamericanas, el capitán Margarito Zuazo, miembro del batallón Mina, se quitó la chaqueta y envolvió su cuerpo con el pabellón mexicano antes de regresar al combate final para caer atravesado por las bayonetas estadounidenses. La bandera ensangrentada se encuentra en el Museo Nacional de Historia.
Aunque varios artistas pintaron a Madero llevando la bandera en mano, durante la “marcha de la lealtad”, el día que comenzó la Decena Trágica (9 de febrero de 1913), lo cierto es que las fotografías muestran que nunca la cargó. En una mano lleva la rienda del caballo y en la otra su sombrero.
En octubre de 1914, para sellar el pacto que debía surgir de la Convención Revolucionaria de Aguascalientes, antes de iniciar los trabajos, los principales jefes -Villa, Obregón, Ángeles, Villarreal, entre otros-, firmaron sobre la bandera nacional.
Durante la Convención de Aguascalientes, Antonio Díaz Soto y Gama, representante del zapatismo, tomó la bandera entre sus manos e intentó romperla señalando: “Creo que la palabra de honor vale más que la firma estampada en ese estandarte, ese estandarte que no es más que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide… Estamos aquí haciendo una gran revolución que va expresamente contra la mentira histórica, y hay que exponer la mentira histórica que está en esta bandera”.
Como respuesta todos los revolucionarios reunidos en el Teatro Morelos desenfundaron sus armas y cortaron cartucho. Soto y Gama pasó del rojo de su discurso al blanco de su retractación y para salvar el escollo dijo. “Pero bueno, si bien es una bandera de la reacción, el pabellón se santificó con los triunfos de la República contra la intervención francesa”. Y todos le aplaudieron.
El Presidente Luis Echeverría rescribió la historia, lanzando un decreto que señalaba a Vicente Guerrero, como el verdadero consumador de la Independencia y negándole su participación a Iturbide. Por lo tanto, también el significado original de los colores de la bandera cambió.
Si en 1821, el blanco significaba la pureza de la religión católica; el verde la independencia y el rojo la unión de todos los habitantes de la Nueva España, hacia la segunda mitad del siglo XX, el sistema político mexicano, a través de la historia oficial cambió su significado: el verde era la esperanza; el blanco, “las nieves de nuestros volcanes” y el rojo la sangre derramada por los héroes de la patria.
Curiosamente los símbolos patrios que hoy se veneran, la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional, fueron realizados por instrucciones de dos de los más terribles “villanos” de la historia oficial: Iturbide que ordenó la confección de la bandera y posteriormente del escudo y Santa Anna, quien durante su último gobierno (1853-1855) convocó a un concurso para componer la música y la letra del himno nacional.
Fuente: Sin Embargo