En México: en 2013, de 29 millones de personas ocupadas 43.8% son mujeres
En 2014, la participación de las mujeres en el personal ocupado fue:
En 2014, el valor del trabajo no remunerado de labores domésticas y de cuidados de personas representó 18% del Producto Interno Bruto.
Carga total de trabajo de las mujeres:
Una explosión en una fábrica de camisas en Nueva York, en marzo de 1911, en la que murieron 146 obreras, dotó de fuerza la primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, decretado y celebrado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una semana antes del suceso que repercutió en los siguientes festejos. El hecho evidenció las condiciones laborales a las que eran sometidas las mujeres.
Por tal razón, el Día Internacional de la Mujer, que se conmemora cada 8 de marzo, se relaciona con este suceso, que año con año abre la discusión sobre el tema de las mujeres en el campo laboral.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), actualmente en la mayoría de las regiones se observa una tendencia alentadora en lo que respecta a la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, es decir, que la brecha entre hombres y mujeres va disminuyendo, aunque aún se tienen algunos pendientes, sobre todo con mujeres jóvenes, que en algunos países tienen oportunidades de empleo casi inexistentes.
Es una realidad que en el año 2016 aún persisten algunos vicios contra la mujer trabajadora en el mundo, y cabe preguntarse, ¿cuál es el panorama laboral para aquellas que viven en el país con los salarios más bajos y con las jornadas más extenuantes, es decir, México?
El panorama general, de acuerdo con cifras del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las mujeres profesionistas en el país pueden ganar hasta 24 por ciento menos que un hombre realizando el mismo trabajo.
En el caso de las obreras (de la industria eléctrica, de la construcción y de los servicios), llegan a ganar hasta 40 por ciento menos que un hombre.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que el mercado laboral en México tiende más a contratar hombres: por cada 10 personas activas seis son hombres y cuatro mujeres. La cifra es contraria en el tiempo laborado: mientras el hombre trabaja en promedio 67 horas, la mujer labora 92.
En lo que respecta al desempleo, la tasa de desocupación por cada 100 habitantes, es más alta entre las mujeres con edades menores a los 40 años, es decir, en mujeres jóvenes, lo que indica que al momento de buscar trabajo tienen menos probabilidades de encontrarlo y ser contratadas, esto a pesar de que, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), las mujeres tienen mayores índices de graduación en educación universitaria y los mismos rendimientos académicos que los hombres.
Una tercera parte de las mexicanas de entre 19 y 20 años no estudia ni trabaja; en el caso de los varones son uno de cada 10.
La participación laboral femenina en México es menor que la de otras economías emergentes. La OCDE detectó como obstáculos la carga de trabajo no remunerado, los tradicionales roles de género y la carencia de políticas de conciliación entre trabajo y vida familiar.
Para Guadalupe Zavala, profesora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) unidad Morelia, aún persiste la idea de que ser mujer es ser inferior intelectualmente. Aunque no se diga abiertamente existe ese prejuicio y se manifiesta en la vida práctica. las mujeres siguen ocupando una minoría de puestos de alta responsabilidad.
De acuerdo con Zavala, en la teoría feminista se le llama “techo de cristal” y señala que hay mujeres que se ponen un techo imaginario y no cruzan el espacio que las separa de puestos directivos.
Incluso las mujeres suelen masculinizarse y adoptan los peores vicios, esto porque no hay un cambio en las estructuras de pensamiento, “el machismo está ahí y no importa si somos hombres o mujeres, asumimos este techo de cristal y no cruzamos las barreras. Las propias mujeres consideran que es mejor un hombre a cargo de esos puestos de dirección, que una mujer. Incluso las mujeres reproducimos esos estereotipos”, explicó.
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