Aún cuando el Gobierno de México pueda reestructurar con éxito a Petróleos Mexicanos (Pemex), tras la crisis que enfrenta la petrolera, todavía hay una enorme cantidad de cosas por hacer en “una de las sociedades más desiguales del mundo”, plantea The Economist en su edición online.
“Quizá la mitad de los mexicanos siguen siendo pobres y parroquiales, acosados por la delincuencia y la corrupción, y pobremente atendidos por las escuelas y bancos. [Además] la economía está en problemas por una larga cola de empresas ineficaces”, detalló el seminario británico al dar cuenta del “otro México que aún necesita ser arreglado”.
La publicación dijo que aunque el Presidente Peña Nieto ha extendido los beneficios de la globalización “a este otro México” mediante la regulación de las telecomunicaciones, y haciéndose cargo del sindicatos de profesores, “esto es sólo el comienzo de lo que se necesita”.
“Los mexicanos tienen razón al burlarse del discurso de [Donald] Trump sobre la construcción del muro fronterizo. Pero tienen que enfocar sus energías en algunos proyectos propios: la construcción de escaleras de oportunidades para los pobres, y los puentes del comercio entre los dos Méxicos” refiere The Economist.
El medio dice que las regiones más pobres de México, especialmente las del sur del país, “se encuentran sumidas en el pasado, demasiado lejos de la frontera con Estados Unidos para beneficiarse del auge de la manufactura”.
Explica que estos problemas han frenado la tasa de crecimiento de la economía a un decepcionante intervalo del 2-3 por ciento en los últimos 30 años. “También han suministrado los carteles de la droga (que se benefician de la globalización, a su manera, maligna) con un suministro sin fin de reclutas jóvenes”, refiere.
The Economist dice que pese a los tiempos difíciles, México y sus empresas mantienen su fe en la globalización. Menciona que “estos son días oscuros para la globalización” y explica que esto queda de manifiesto, por ejemplo, en Estados Unidos, con los candidatos presidenciales hablando de la construcción de muros y deshacer sus tratados comerciales.
Sin embargo, dice, “hay al menos un poco de luz en la oscuridad” al referirse a México, como el país que “sigue llevando una antorcha para la globalización”. El semanario precisa que el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto cuenta con alrededor de 44 ofertas comerciales, más que cualquier otro país, y sus 11 iniciativas de reforma.
Dice que el Banco Mundial calcula que México es una de las grandes economías más abiertas del mundo. Mientras que el Boston Consulting Group encontró que sus habitantes tienen una visión positiva del futuro: el 77 por ciento de los mexicanos dicen que son optimistas, y sólo el 6 por ciento que son muy pesimistas.
El medio recuerda que cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue creado en 1994 era tan polémico en México como en los Estados Unidos; indica que se veía como “una conspiración yanqui” diseñada para convertir a su país en una colonia de “El Norte”.
“Hoy en día la élite mexicana habla con una sola voz sobre el tema. México es ahora una de las principales 15 economías de fabricación del mundo y uno de los cinco principales fabricantes de automóviles. La producción de las diez fábricas de automóviles más grandes aumentó de 1.1 millones de vehículos en 1994 a 2.9 millones en 2012. Los consumidores mexicanos tienen ahora acceso a una amplia gama de marcas multinacionales: los vendedores se refieren a los mexicanos jóvenes, de clase media como los “hijos de los TLC” , debido a que gusto es tan cosmopolita”, dice el seminario.
Menciona que el libre comercio “ha ayudado a producir un cuerpo de élite de las empresas mexicanas que son capaces de ir al par con las mejores del mundo”. Habla de Bimbo como el panadero más grande del mundo y de Gruma como el mayor fabricante de tortillas, con más de 100 plantas en 20 países.
Refiere que México está ahora liberando dos áreas, hasta ahora protegidas, las telecomunicaciones y la energía. Dice que Telmex se ha visto obligado a renunciar a su monopolio de telecomunicaciones, y Pemex, la petrolera estatal, ha tenido que subastar algunos campos a los oferentes extranjeros, y para formar empresas conjuntas con empresas extranjeras.
“Una visita a la sede de Pemex ilustra lo radical que es ésta última política. Una colección de losas gigantes rodeadas por rejas de hierro, protegidas por una falange de guardias armados, que se parece más a un brazo del gobierno que a una organización comercial. Que es exactamente lo que es”, dice el medio.
Y agrega: “Pemex proporciona un tercio de los ingresos del gobierno y miles de codiciados puestos de trabajo, y hasta hace poco su condición de monopolio estaba garantizada en la constitución. El mes pasado, el gobierno subrayó su gravedad despidiendo el jefe de la empresa, Emilio Lozoya, a pesar de su estrecha relación con el Presidente. El nuevo jefe, José Antonio González, argumenta que la fuerte caída en el precio del petróleo es también una “oportunidad de oro”: Pemex ahora no tiene más remedio que reformarse si quiere prosperar de cara de una mayor competencia”.
Es por ello que The Economist menciona que si el gobierno puede volver a reestructurar con éxito Pemex, “todavía tiene una enorme cantidad de cosas por hacer” con respecto al “otro México”:
“México es una de las sociedades más desiguales del mundo. Quizá la mitad de los mexicanos siguen siendo pobres y parroquiales, acosado por la delincuencia y la corrupción, y pobremente atendidos por las escuelas y bancos. La economía está en problemas por una larga cola de empresas ineficaces […] Las regiones más pobres, especialmente en el sur, se encuentran sumidas en el pasado, demasiado lejos de la frontera con Estados Unidos para beneficiarse del auge de la manufactura. Estos problemas han frenado la tasa de crecimiento de la economía a un decepcionante intervalo del 2-3 por ciento en los últimos 30 años. También han suministrado los carteles de la droga (que se benefician de la globalización, a su manera, maligna) con un suministro sin fin de reclutas jóvenes”.
Redacción: Sin Embargo