“Agua de las verdes matas tu me pierdes tu me matas y me haces andar a gatas”.
dicho popular
En los pueblos de Morelos hay trabajos que persisten, que otorgan sentido al tiempo, al legado familiar, como el caso de don Alejo Dávila Acosta, cuya familia se ha dedicado al oficio de tlachiquero desde hace más de 150 años en Huitzilac. Las raíces y el amor a la tierra han hecho del raspado del maguey en el rancho Pitorreal una tradición que sobrevive en el esfuerzo, en algún tiempo tuvo una época de esplendor marcada de tradiciones pulqueras, en los alrededores todos producían y disfrutaban del agua miel, el pulque y los famosos curados.
Don Alejo cuenta que espera durante 15 años la maduración del corazón del Maguey, para que pueda producir aguamiel, una vez maduro hay que sacarle el corazón (caparlo) para así evitar que florezca el quiote. Se deja reposar durante 6 meses antes de empezar a rasparlo. En este ritual del raspado se utiliza el acocote para extraer el aguamiel durante 5 meses, de manera muy paciente para evitar la pérdida de éste. Finalmente, el aguamiel se almacena en el tinacal para iniciar su fermentación.
En este proceso, completamente artesanal y milenario, se combina el aguamiel viejo con el nuevo en el tinacal, como una metáfora de la relación del pasado con el presente.