Cuernavaca, “la ciudad de la eterna primavera”, la urbe post-capital, el territorio del descanso y la libertad, el lugar de tranquilidad, paz y bienestar social. Cuernavaca pinta o más bien pintaba aquel lienzo de ciudad flotante para el perfecto descanso del capitalino.
Hoy en día estamos muy lejos de ser aquella ciudad, la capital morelense presenta los índices más altos de inseguridad de toda su historia, sin contar los múltiples déficits urbanos con los que el cuernavaquense afronta a diario, pero ¿cómo fue que llegamos a este punto tan crítico? Sabemos de la desestabilización social a través de la infiltración del crimen organizado en el gobierno y la sociedad, pero también estamos conscientes de las múltiples licencias de construcción aprobadas a constructoras que jamás hicieron un análisis de sitio.
Tenemos que dar prioridad a temas tan básicos e importantes como el impacto urbano y entender que la arquitectura y el urbanismo no son solo temas teóricos o servicios “de lujo”. La arquitectura es un servicio social, el arquitecto es, por naturaleza, un servidor público que trabaja para la gente y por la gente.
Entendiendo lo anterior, ¿porque el gobierno y la sociedad en general no lo comprende?
Estamos a tiempo de cambiar todos los errores del pasado y es por eso que hoy por hoy invito a reflexionar, no solo al gobierno, sino a todos los morelenses, a avanzar al frente y luchar desde nuestra trinchera.
Hoy convoco a arquitectos, urbanistas, sociólogos, antropólogos, economistas, diseñadores, reporteros, estudiantes y todo aquel amante de su ciudad.
Estamos a tiempo de luchar y hacer el cambio que todos queremos.
¿Cómo lo vamos hacer?
En primera instancia, debemos comprender a la ciudad actual: Cuernavaca es lo que en conceptos urbanos conocemos como ciudad fragmentada de urbanización cerrada, es decir vivimos en un contexto aislado de las zonas urbanas, tales como los cientos de condominios cerrados y calles que no llegan a ningún lugar. Esta continuidad debe detenerse y poner una profunda atención en la construcción de nuevos tejidos sociales a través de los diferentes conceptos que a continuación menciono.
Enfatizar el tema de la vivienda social, pero no como el negocio inmobiliario de las grandes constructoras, sino como una herramienta de cambio social.
La vivienda es un derecho, una necesidad básica de todo ser humano, el instrumento necesario para dejar la pobreza atrás.
Hay que entender que la vivienda no solo es un espacio de cuatro paredes y un techo; la vivienda es el lugar donde se forja el individuo sus valores y el pilar de toda su vida y, por ende, ahí crece la persona que en un futuro aportará algo a su contexto inmediato, o sea, a su ciudad.
Sin embargo, proporcionar un techo a una familia no es suficiente, hay actividades que por más que la vivienda quisiera no podría, el hacinamiento y la falta de espacios de convivencia hacen imposible su correcto funcionamiento.
No por nada Luis Barragán decía, “un techo te aplasta”, haciendo referencia a las mini casas proporcionadas por las empresas privadas, pero también a la cuestión psicológica y moral que estos espacios influyen en el ser humano, orillando principalmente a los jóvenes a salir de su núcleo familiar y habitar las calles, creando un potencial peligro, si lo vemos desde un urbanismo mal planificado.
Sin embargo también puede ser un punto positivo de inflexión en la sociedad, ya que el joven o la gente podrían ser un virtual usuario del espacio público.
Este último, si está mal planificado, será un área insegura de la ciudad, pero por el contrario podría ser un espacio que forje nuevos tejidos sociales desarrollando barrios más seguros, tal y como menciona el siguiente párrafo del libro “La ciudad que viene de Marcel Hénaff“ el cual cito textualmente: “…el espacio público tiene que ver sin duda con la especificidad de la zona urbana como un lugar donde la diversidad humana encuentra más que en cualquier otro lugar la oportunidad de ser reconocida y valorada.” Es decir, el lugar de expresión individual, forjadora de identidad.
Cuernavaca está a tiempo de crear un nuevo perfil urbano, un paisaje imaginable, visible, coherente, seguro y claro.
Según Kevin Lynch, la ciudad es un organismo vivo en constante metamorfosis, crece, se reproduce, enferma y muere.
En otras palabras, la ciudad está en permanente construcción y reconstrucción.
Un claro ejemplo es el análisis de la densificación de la ciudad. Ésta debe ser una herramienta significativa de cambio y crecimiento para evitar el desarrollo descontrolado de Cuernavaca.
En conclusión, necesitamos una ciudad compacta, sustentable, amigable con el medio ambiente, la cual tenga una buena proximidad y conectividad entre lo privado y lo público, empezando por la mezcla de usos de suelo, multi-programático, un eficiente transporte público que nos quite automóviles privados de las calles, una urgente y necesaria peatonalización a través de nuevas banquetas y calles peatonales, mapear e identificar los predios residuales para priorizar los espacios públicos, densificar lo más que se pueda los futuros proyectos arquitectónicos y urbanos.
Ya estamos hartos de vivir en una ciudad a la cual le pasa todo, pero a la vez no pasa nada. Confiamos en que existen recursos necesarios para el desarrollo de la ciudad, ocupemos eso para el beneficio de la sociedad.
Hagamos un proyecto de ciudad.