“El lenguaje ya no se usa para explorar, definir, expresar o confrontar, sino para dar rodeos, desdibujar, ofuscar, disculpar y confortar…”
Rem Koolhaas
Rem Koolhaas es un arquitecto y urbanista holandés opositor al movimiento moderno de arquitectura y uno de los más proliferantes del siglo XXI. Es crítico-teórico de arquitectura y dentro de sus teorías hay un concepto, que en mi más humilde opinión, me ha hecho cuestionar y analizar mi entorno habitable.
Espacio Basura es como lo denomina el arquitecto. ¿Qué es el espacio basura? Rem Koolhaas lo describe textualmente: Si la basura espacial son los desechos humanos que ensucian el universo, el “espacio basura” es el residuo que la humanidad deja sobre el planeta. El producto construido de la modernización no es la arquitectura moderna, sino el “espacio basura”. El “espacio basura” es lo que queda después de que la modernización haya seguido su curso o, más concretamente, lo que se coagula mientras la modernización está en marcha: su secuela.
El concepto antes definido se extiende en diferentes ejes, abarcando varias definiciones: una de ellas entiende a áreas dentro de la ciudad que están en total aislamiento o en desuso por obsolescencia o crecimiento descontrolado de la urbe.
Otra de ellas, y una de las que tomare como ejemplo para regionalizarlo a nuestra ciudad de Cuernavaca, lo describe como el uso indiscriminada de “no-lugares” espacios construidos sin identidad y con un exceso globalizado, tales como centros comerciales, aeropuertos, recintos o espacios de ocio, “una acumulación condicional y espacio acondicionante” (Rem Koolhaas) que gira en torno al consumo de lo innecesario. Rem Koolhaas nos menciona al “espacio basura” como una aberración del siglo XX, perfecta oportunidad para el despliegue indistinto de la globalización en el espacio construido, está aprovecha cualquier ocasión para el uso de algún invento de infraestructura sin ninguna interrupción, escaleras mecánicas, aire acondicionado, aspersores, barreras contra incendios, materiales prefabricados, pantallas led, elevadores, todo aquel elemento que hoy en día vemos como algo básico o normal en nuestra arquitectura. Sin embargo no debería ser tan normal, nuestro tiempo está ocasionando un caos que es difícil de controlar, el “espacio basura” condiciona a las personas a un área determinada, sin ningún intento de socialización, es la composición por la adición, más y más como lo menciona el arquitecto, remplaza la jerarquía y suprime la distinción.
Cuánto no hemos visto de esto en Cuernavaca, la incansable oportunidad por construir centros comerciales, seudónimos del espacio público, carentes de identidad, aislados del tejido social y la trama urbana. Qué más da poner un “Averanda” o un “Galerías” en el centro de Cuernavaca o en China si todos son iguales, un inútil uso del espacio no consolidado, del consumo innecesario del producto sin identidad.
En Cuernavaca debemos poner fin a este negocio político, debemos una vez más como sociedad exigir y ejercer el verdadero “uso de suelo” de la correcta implementación de las densidades, necesitamos más arquitectura con identidad, conectada al tejido social y a la ciudad, no podemos estar aislados en los recintos, con la supuesta premisa de que esos edificios son “más seguros” porque están amurallados, sin darse cuenta que el aislamiento social es lo que genera la inseguridad. Es la humildad en todos los sentidos lo que acabara con la globalización.