“Con nuestro culto a la satisfacción inmediata, muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de esperar.”
Zygmunt Bauman
“Lo que antes era un proyecto para ‘toda la vida’ hoy se ha convertido en un atributo del momento. Una vez diseñado, el futuro ya no es ‘para siempre’, sino que necesita ser montado y desmontado continuamente.”
Zygmunt Bauman
La semana pasada participe en una conferencia vía “Zoom” impartida por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Santo Tomás de Colombia. El tópico principal se enfocaba a la cotidianidad en tiempos de pandemia, con una perspectiva hacia las reflexiones académicas en torno a ideas de cambio en arquitectura.
Sin embargo, hubo un tema que capto mi atención: los ponentes, fuera de especular sobre el futuro de la arquitectura y el urbanismo, mencionaron un concepto del escritor polaco Zygmunt Bauman que empalma perfectamente con lo vivido hoy en día, “la modernidad líquida”, este concepto de reflexión histórica -si así se le puede nombrar- donde la idea central nos enfatiza el rápido aceleramiento del tiempo a causa de la modernidad, al punto de desaparecer.
La idea surgió principalmente entre los siglos XIX y XX, con certeza en la época de la Ilustración, aterrizando a lo que llamamos postmodernismo, aquí donde todo es efímero, banal, transeúnte, todo en constante cambio, absolutamente ligero, intransigente, como el propio líquido.
Hoy encontramos ejemplos claros: la moda y su ferviente inquietud por el reciclaje, de una metamorfosis sin fin, la continua transmutación de las relaciones sociales, cada vez más abundantes, pero con menos conexión sentimental, o el nuevo turismo tan banal donde se adaptan ambientes artificiales, por ejemplo, Las Vegas en Estados Unidos de América, que vive de un fachadismo lineal, sin precedentes, donde construyen escenarios artificiales con la premisa de sentirse en “tal lugar”, el turismo como escapatoria, no como encuentro. Hoy en día la felicidad se encuentra en el movimiento, no con el lugar. La nueva modernidad es líquida como el agua que se adapta a cualquier recipiente hasta el punto del derrame, es tocable pero imposible de coger.
La ciudad líquida está en constante cambio, se adapta ya sea de forma individual o institucional, los gobiernos siempre buscando la manera de ejercer mutaciones interviniendo servicios o zonas urbanas, resistiendo al cambio de lo rural.
¿Qué es lo que realmente vamos a cambiar como sociedad?
Lo que hemos estado haciendo, el distanciamiento social, a pesar de que esto tiene consecuencias transversales, los espacios que habitamos, tendrán una transformación en lo temporal, es decir, los lugares serán diversos y la imagen urbana tendrá una compleja recomposición de su perfil.
Anteriormente el flujo demográfico se daba de las zonas rurales a las urbanas, ahora con la situación de la pandemia será este unos de los principales cambios. La gente pondrá suma atención a las zonas más deshabitadas, conectadas con la naturaleza.
Si bien la arquitectura es una de las profesiones que nos estabiliza el orden social y construido, también es una disciplina de cambio e iniciativas a través de la historia, y hoy una de esas iniciativas es que la arquitectura nos ofrecerá lugares flexibles en su tipología, adaptables a su entorno y tiempo y temporales para un constante flujo social.