Destaca investigadora la necesidad de actuar con inteligencia emocional ante la adversidad.
Durante la pandemia por covid-19 se debe reconocer la vulnerabilidad en la que nos encontramos, para que eso nos permita evaluar el riesgo, la forma en que lo afrontamos, promover la resiliencia, reconocer el estrés y actuar con inteligencia emocional, afirmó Karla Salazar Serna, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Si como sociedad no reconocemos en qué hemos fallado, en qué nos hemos equivocado, cuáles son las formas de hacer comunidad en las que nos hemos equivocado, vamos a repetir el mismo error y corremos el riesgo de que no hablemos de post pandemia y sigamos hablando de una pandemia intermitente, lo que nos pone a todos en una vulnerabilidad radical”, comentó
Explicó que lo que se ha llamado nueva normalidad puede ser un concepto vacío si no hay reflexión de todos los factores que nos posicionaron ante esta nueva cepa de coronavirus y sus implicaciones, al referir que los efectos no se circunscriben a una cuestión de salud sino a una cuestión social.
“Debemos reconocer la vulnerabilidad en la que estamos, pero no para entrar en un agobio indefinido sino para reconocer qué factores nos van a ayudar a que no se desarrolle el riesgo más allá de lo que se ha desarrollado hasta ahora”.
Salazar Serna comentó que la cotidianeidad hoy en día lleva de manera intrínseca la vulnerabilidad y se debe reconocer que “va caminando” al lado de nosotros, pero eso no debería provocar una psicosis ni personal ni colectiva, dijo.
Karla Salazar afirmó que desde que inició la pandemia algunos medios de comunicación no dejaron de señalar de manera alarmista a la población más vulnerable, sin evaluar el efecto psíquico que pudiese desarrollarse en ellos, al referir que personas adultas mayores, con problemas de hipertensión o diabetes, escucharon en los tiempos del confinamiento que son los de mayor riesgo sin considerar las alteraciones psicológicas que les podría producir. “Se desató una violencia comunicativa, en vez ponderar los factores de fortaleza y prevención que teníamos como sociedad”, dijo la especialista en temas de resiliencia.