Sociedad
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Hacia una reubicación informal

TXT Arq. Víctor Hugo Wido Martínez
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 “Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde.”

José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español perteneciente al movimiento del novecentismo.

En las últimas semanas se ha venido escuchando en las noticias sobre la reubicación del ambulantaje en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. En ella el presidente municipal ratifica asignarles un espacio a los comerciantes semifijos para acabar con el problema.

Me pregunto, ¿acabar con el problema? ¿a qué se refiere el cabildo con la afirmación anterior? porque desde una perspectiva objetiva, el problema no radica en la reubicación de un comerciante informal hacia un espacio físico. El problema reside desde el ordenamiento territorial y el diseño urbano (precario en nuestra ciudad).

La falta de espacios públicos de calidad en Cuernavaca ha sido referente histórico de la ciudad y por ende una derivación del mal uso de ella. La culpa no es del comerciante que invade al espacio público, pero tampoco es culpa del gobierno. En sí el sistema completo falló desde hace años. Es un tema donde todos tenemos la culpa, nosotros como sociedad por la falta de información y la carente exigencia hacia las obligaciones del gobierno por proporcionar espacios públicos de calidad y su correcto uso.

Si bien puede sonar contradictorio decir que una parte de la reubicación es la solución, por otro lado, no lo es. Pongamos un escenario real de un caso que conozco en particular. Por cuestiones de privacidad nombrare al comerciante como la señora “M”.

El gobierno municipal tomó medidas drásticas para implementar “soluciones” al problema del comercio informal, con la premisa de liberar el espacio público invadido y reubicar a los comerciantes a un sitio seguro y estable. Por un lado, puede sonar correcto, si es que lo pensamos desde el punto territorial, refiriéndome a un área grande y densa invadida por el ambulantaje, en este caso liberar tal magnitud de espacio a un lugar planeado, estructurado y seguro puede sonar a solución, siempre y cuando el nuevo lugar no esté lejos del origen, ya que de lo contrario se perdería el tejido social. Y es exactamente en el tejido social donde nacen los mayores problemas de la reubicación.

Por ejemplo, que sucede cuando la reubicación es a un solo ambulante que ocupa seis metros cuadrados del espacio público y lleva laborando alrededor de 20 años, en el caso de la señora “M”. Un comerciante que se dedica a vender quesadillas y gorditas en la colonia Satélite con un éxito rotundo y del cual su familia se ha mantenido por estos últimos 20 años. Más allá de la cuestión económica existe el arraigo social, la señora “M” no solo ha vendido comida en su colonia, sino que ha creado una reputación, ha sido un referente urbano de la colonia y un punto de encuentro para miles de trabajadores y familias. Ahora el gobierno llega y le exige su reubicación a un local comercial, donde tiene que pagar renta por su cuenta y solicitar trámites burocráticos que generan otro gasto a la economía de la señora “M”.

¿No es esto un poco incongruente e injusto? Actualmente la señora “M” tuvo que mover su negocio a un espacio de su vivienda, lejos del origen donde antes vendía y por consecuencia sus ventas bajaron el 70 por ciento.

Ahora tiene que forjar una nueva reputación de más de 20 años y dentro de su núcleo privado, como lo es su vivienda.

Así como la señora “M” existen cientos de comerciantes en el mismo caso y por supuesto eso no le importa al gobierno, ellos toman “ideas” y las implementan sin ningún estudio previo.

La solución está lejos porque el daño ya está hecho, pero sí existen estrategias para amortiguarlo. Anteriormente ya he escrito sobre la dualidad del espacio habitacional, donde una vivienda puede ser espacio privado y espacio semi-público (comercio).

Si el gobierno exige retirar el comercio y establecerse en un local, pues ese local puede ser la ampliación de su vivienda a partir de una negociación entre comerciante y gobierno, si tan solo las autoridades dieran los apoyos correctos para las ampliaciones de las viviendas con uso comercial, podría ser una de las soluciones no solo mandas al comerciante a un espacio destinado para tal, sino que también es seguro y limpio.

A esto le sumamos que no afectaría en la economía del comerciante ya que no pagaría renta. Los beneficios son inmensos, pero debe existir voluntad política para tal acción y además de un profundo análisis de reorganización y reconstrucción del perfil urbano.

 

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