Sociedad
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Lectora

TXT Daniel Zetina
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Para Antonia, a sus 15 años.

Antes de nacer escuchaste poesía, canciones, algunos cuentos y muchas pláticas. Al llegar miré tus ojos y desde entonces ha sido un gran reto y una felicidad insuperable. Apenas nos conocimos en persona comenzamos a leer juntos.

De bebé continuó la poesía, la música y acunada en mi rebozo te compartía mis alegrías y alguna historia personal de esas que aún te gusta escuchar. Cuando te sentaste, los libros comenzaros a llegar a tus manos por montones, desinfectados y limpios, para que los conocieras mejor.

“Los libros son juguetes” fue el principio de aquellos años. Los tomabas con tus manitas, rompías sus hojas, los confundías con comida, comenzaste a quererlos. Los devolvíamos a su librero, con las secuelas de nuestra diversión y los dejábamos a tu alcance.

Cientos de libros pasaron por tu vida antes de que comenzaras a leer, eras una analfabeta bastante culta, pienso ahora. Cuando tu lenguaje hablado comenzó a fluir, fueron sus palabras las que repetías y comenzaste a usar con la naturalidad de quien sabe que este mundo se conquista con letras.

Luego encontraste tus favoritos y me pedías que te los leyera una y otra vez, hasta que los memorizabas, tanto así, que si leía mal, tú me corregías. A veces leías sola sin leer, repetías el cuento como iba en cada página, señalabas las ilustraciones y modulabas la voz.

Comenzamos a ir a librería, en especial a Gandhi, donde aprovechábamos el tiempo leyendo varios in situ y llevábamos otros a casa. Algo que aún hacemos, aunque ya en otras secciones, con lecturas más extensas.

Llegó por fin la lectoescritura, a los 7 años, porque no había prisa. La vida me dio el regalo de ser yo, en casa, quien te enseñara a leer y escribir, en unas clases que iniciaban siempre con la frase: “Leer y escribir es jugar”. Tu rostro de sorpresa al adquirir la habilidad es algo que llevaré en el corazón hasta el final.

Y comenzaste a leer, no sola, pero sí con más autonomía. Entonces leíste, por ejemplo, a Natacha, de Pescetti. Leías por tu cuenta, aprendías tanto en la primaria, volvías y leíamos libro tras libro, que en ese entonces poblaban la casa entre libreros y muebles.

Volviendo un poco, cada noche, desde tu llegada al mundo escuchaste un cuento leído, por mamá o papá, antes de dormir. Solían ser más de uno y muchas veces también los pedías repetidos. Esto se terminó hasta que ya niña grande decidiste que ese espacio nocturno sería solo tuyo, pero fueron por lo menos 10 años increíbles. Claro que muchas veces, en vez de leer, me pedías que te contara una de mis historias, que inventaba al vuelo, como las aventuras de Nariz de Oro o las peripecias del perrito Tláloc.

Llegó, pues, el día que conociste a Harry Potter, sus libros y películas, y del mismo modo, muchas otras sagas de aventuras, o libros sueltos, que pasaban por tus manos como un río que serpenteaba entre tu imaginación y tus plácidas tardes provincianas.

Leíste bastante, de dinosaurios, historia de México, temas de tu edad (de cada edad), cosas que te interesaban, de algunas cosas que platicábamos y en las que querías indagar. Leíste, leías, lees, leerás.

Llegaste incluso a un récord lector, según mi perspectiva. A tu corta edad, digamos 12 años, habías leído lo mismo que yo alcancé a leer tal vez a los 30 años, no sé. Te admiro y te respeto como lectora, eres hábil y crítica, sabes lo que buscas en un libro y lo que no quieres leer. Has resignificado en mi vida el verbo “leer”, que definitivamente debería comprenderse en femenino.

Y tras cada lectura y mientras leías título tras título, hablamos tanto, compartimos, debatimos, discutimos, dialogamos, nos emocionamos en cada oportunidad y aprendimos mucho. Momentos inolvidables, caminando muchas veces o en casa o en una librería, que solo nos pertenecen a nosotros, pero que a veces dan ganas de compartir, como ahora. Gracias, hija, te amo.

Por último, ¿recuerdas cuando fuimos a la Feria del Libro de Guadalajara? Por fin comprendiste por qué iba cada año y lo que hacía allá. Volveremos un día, juntos, nena, no lo dudes, volveremos.

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