La semana pasada tuvimos la oportunidad de analizar el concepto de “marcha exploratoria”. En él aprendimos sus diferentes componentes, que hacen de ella una actividad sumamente exitosa en los procesos de intervención social y urbana.
Otro aspecto importante es destacar la composición de los diferentes elementos urbanos que surgen a partir del análisis de una marcha exploratoria bien ejecutada.
Pero, ¿qué es un elemento urbano? citando textualmente la teoría urbana, está la señala “como el conjunto de objetos ubicados dentro de una ciudad que son de dominio público, que permiten la realización de diversas actividades propias de sus habitantes, por ejemplo: aceras, rampas, pasos peatonales, escaleras, pasamanos, alcorques, vialidades, esculturas, señalización, mobiliario urbano, alumbrado público, etc.” También cabe resaltar que los elementos urbanos son los que simplifican nuestras necesidades básicas como ciudadanos en el acontecer y actuar urbano.
Por el contrario, hay fragmentos de la ciudad que como teóricos o profesionistas de la materia omitimos en su consolidación como un elemento urbano, sin embargo, pertenecen al contexto que habitamos.
Ellos se pueden presentar como un “mal” dentro de la ciudad, por ejemplo: un bache, un árbol que invade la acera, llantas en desuso, carros abandonados, fragmentos importantes de rocas, cableados colgantes, grafitis, ambulantaje, estructuras abandonadas, registros de coladera, casetas de telefonía sin ningún uso, publicidad, desechos sólidos y hasta las mismas plagas pertenecen y son elementos que si bien no están consolidados como urbanos son fragmentos de la identidad de una ciudad.
Es importante estudiar los factores que hacen que estos fragmentos nazcan y se inserten en nuestra vida cotidiana y no solo crear un círculo vicioso en donde sociedad y gobierno somos cómplices.
Si bien no hay una solución estable sí podemos concluir con una intervención bien proyectada que a futuro consolide esos “males” y convertirlos en un bien social y hasta icónicos, me atrevo a decir. La respuesta no está en “taparle el ojo al macho” arreglando el bache o levantando los autos abandonados. La respuesta se esclarece en el problema mismo, en tener la suficiente creatividad y voluntad de ocupar el carro abandonado para darle una nueva identidad, de ser un desecho mal visto a un posible food truck, huerto urbano, jardineras o hasta un mobiliario de descanso.
Como bien dije, no existe una solución teórica o comprobable que lo solucione, pero de algo sí estoy seguro y es que no podemos continuar “tapando el ojo al macho”. Hay que tener la voluntad social de ver las oportunidades donde todo mundo ve una tormenta y que mejor que sea por el bienestar común de nuestra ciudad.