¡Ya llegó su cantonés! Por aquello de la conformación genética de nosotros los mexicanos, que incluye hasta genes orientales. En tal caso, por qué no en lugar de bautizar a nuestros niños -como se las corrí en alguna calumnia pasada- con nombres propios de origen anglosajón mejor utilizamos nombres como Shen o Yui o hasta el Yasou, por ejemplo, excelente "aprietatuercas", que además el sí es de origen "nipón".
Pero, bueno, cada quien sus chicles como dice la conseja popular. No conozco su opinión, su majestad, pero supongo que coincide con este que escribe en el sentido de que supuestamente la temporada que estamos viviendo todavía corresponde al invierno. ¿cierto?
Sin embargo, el "calentón" que estamos sufriendo en nuestro estado de Morelos durante el día y el frío por la tarde-noche nada tiene que ver con la temporada invernal. Así que los dichosos "frentes fríos" no nada más repercuten en la salud de nuestros paisanos, provocando enfermedades de las vías respiratorias. Aunque usted no lo crea, dichas variables también repercuten en el estado anímico colectivo (todo esto incluyendo por supuesto al voraz y endemoniado bicho causante del covid, que nos trae a todos como calzón de sexoservidora, pa´rriba y pa´bajo)
El verdadero y grave problema que enfrentamos es el "calentamiento global". Cada vez se calienta más la Tierra, valedores, por el deshielo que están sufriendo los glaciares en los polos Norte y Sur, brothers.
Pero ¿qué estamos haciendo para revertir el daño? ¡nada! "Nariz boleada", cero.
Es definitivo que la temperatura aumenta y, reitero, con ello también la neurosis colectiva.
Excuso decirle, cuate lector, que ni se le ocurra quedarse milésimas de segundo detenido cuando la luz de tránsito este en verde, porque segurito recibe usted chorrocientos mil recordatorios del 10 de mayo. Así está la banda de neurótica en la actualidad. Hay que decir que existe una intrínseca relación entre el clima y el estado anímico de cada ser humano. Está comprobado que un organismo "desfasado" por los volubles cambios del devastado ecosistema repercute en el sistema nervioso y endócrino del individuo, generando inestabilidad emocional.
Hay que recordar, querido lector, que el sistema endócrino es el encargado de regular las hormonas de nuestro organismo. El clima actual provoca tal bamboleo hormonal que magnifica el ya habitual estrés de muchos y muchas.
Necesitamos aprender a adaptarnos a las condiciones climáticas a través del "reajuste" de nuestro reloj interno. Todos los seres humanos contamos con un "reloj imaginario" instalado en la "base de datos" (en el núcleo supraquiasmático del cerebro, para ser exacto). Este reloj se encarga de regular nuestras funciones fisiológicas; este "watcho", entre una de sus tantas funciones, también se encarga de mandarnos a defecar a la misma hora siempre, a dormir, a orinar. Nos mantiene en vigilia durante la mañana, nos informa hasta la hora exacta para "ponerle número a la casa con el debido éxito, a qué hora comemos. En fin. Ese "rólex virtual" que se atrasa o se adelanta por los irreverentes cambios climáticos de nuestro deteriorado ecosistema sin duda modifica nuestras funciones drásticamente. Recordemos, cuates lectores, que la sagrada sapiencia de la conseja popular jamás se equivoca. "El organismo es sabio" así que dejemos a la naturaleza que se encargue de sincronizar adecuadamente nuestro biorritmo paralelo.
¡Eso sí! hagamos un radical cambio de hábitos, regulemos nuestros hábitos, compas lectores. Ahí se las dejo de tarea. Se despide de ustedes su reporñerazo favorito. ¡Hasta la otra!
