“Morelos, Cuna de la Revolución Social”. No es un tema que venda porque falta el escándalo, pero importante al quedar ahí grabado para futuras generaciones, pero además obliga a los morelenses –nacidos, llegados y próximos- a ahondar sobre la historia de Morelos, su riqueza en ese sentido y la necesidad de recuperar la tranquilidad y volver a tener pertenencia sobre lo que casi perdemos: nuestra tierra, identidad y origen.
Así, tenemos un discurso no largo, tampoco corto, con esencia plena, donde se exponen razones de por qué cronistas de todo México determinaron que en el Congreso Local debiera estar esa escritura. El diputado Luis Arturo Cornejo Alatorre debía leer el discurso, pero como acostumbra improvisó, sin salirse de la repetida esencia. La letra en el papel tiene fragmentos como los siguientes y las palabras del operador político en el gobierno del inolvidable Lauro Ortega Martínez nunca se salieron de lo que antes, pluma y papel en mesa –como en todos los tiempos- redactaba en el estudio de su hogar. Son párrafos que no solamente justifican sino dan razón de vida a los que queremos con todo a nuestra tierra. Aquí están:
“El sacrificio de Madero fue la semilla y la chispa detonante para cambiar todo en este país. Su sangre derramada en el martirologio, sacudió la conciencia nacional, despertó el valor dormido de un pueblo al calor del razonamiento de que quien comete un magnicidio, es capaz de incendiar un país y destruirlo por el puro placer de su propia soberbia”.
“Pero el ideal maderista se quedó en la democratización de las instituciones, nunca tomó en cuenta la parte del México profundo, de ése que clama desde el fondo de la tierra misma, por una mayor redistribución de la riqueza y por la imposibilidad de salir de la inmensa pobreza en la que ha sido subsumido”.
“Las grandes causas, precisan de hombres con alma superior para realizarlas. Así, un morelense honrado y decente, conocedor en carne propia de la injusticia, quien se levantó en armas para enarbolar la lucha de los desposeídos, de los despojados, de quienes habían sido desalojados de sus tierras, robados y vejados”.
“Con el apotegma de que la “Tierra es para quien la trabaja con sus manos” inició la más íntima y personal, denodada y tenaz lucha social por la reivindicación de las grandes causas sociales.
Son siempre los hombres y mujeres surgidos del pueblo, los grandes hacedores de las revoluciones, los que no tienen nada que perder porque carecen de casi todo. La Revolución del Sur, iniciada hace un siglo, en marzo de 1911, en su inicio fue seguidora de los ideales de Madero, iniciada con su permiso, pero después su bandera fue de reivindicación social, de lucha aguerrida y sin tregua para lograr que la tierra del hacendado fuese devuelta al labriego, para acabar con la tienda de raya y el simulado esclavismo al que se eran sometidos quienes laboraban las tierras”.
“La lucha se recrudeció cuando hubo que liquidar el viejo orden que mataba gente y era incapaz de sostenerse por sí mismo, pero sostenía los intereses del hacendado y de las compañías extranjeras, que capitalizaba ganancias pero era incapaz de compartirlas y mucho menos de distribuirlas”.
“Madero el revolucionario combatió a Zapata por indomable y porque nunca entendió lo que el Caudillo del Sur deseaba. Madero ganó su propia revolución pero no la del pueblo que quería reivindicación y conquistas sociales”.
“Nuestro estado se convierte en cuna de la revolución social de México, cuando el ideal de Zapata se convierte en el faro de la lucha. Sí, había que pelear por la democracia, por los derechos, pero también por la comida para el hambriento, la escuela para el hijo del campesino, y lograr que los frutos de la tierra fuesen primero para quien ara los campos, siembra, pero lo que cosecha no llega a sus manos”.
“Por eso el Plan de Ayala desconoció a Madero, por eso no podía reconocerlo como jefe de la Revolución, como líder de un movimiento trascendente, en cambio, Zapata con hombres como Otilio Montaño y otros maestros rurales le dieron forma a lo que debía ser el esbozo para una nueva forma de relación social y de tenencia de la tierra”.
“Zapata imprime un derrotero claro y diferente a la lucha cuando una vez más su objetivo es superior y la aparta de la simple pelea entre facciones y grupos que deseaban cercenar la dictadura, sólo para obtener el poder; cuando se convierte en el defensor de la tierra para los campesinos, cuando logra que su levantamiento en armas se convierta en la Revolución Agraria del Sur”.
“Nuestra patria chica se convierte en cuna de la revolución social de México, desde el momento en que los hermanos Flores Magón simpatizan con el ideal zapatista, lo nutren de ideas, lo incitan a hacer más y mejor revolución; cuando nuestra entidad, entre 1914 y 1916, se convierte en un crisol de ideas, en la ebullición de un proyecto y es de rememorar, que fue precisamente en 1914, cuando Ricardo Flores Magón acuña la frase de ‘Tierra y Libertad o Muerte’ que hoy, sin la última expresión, engalana el escudo de nuestra entidad”.
“El Estado de Morelos se convierte en Cuna de la Revolución Social de México, cuando el ideal zapatista llega al Congreso Constituyente de 1916 – 1917, y en el artículo 3º queda instituida la gratuidad de la enseñanza y la hace universal, sin distingo y sin discriminación, para todos los mexicanos”.
“Morelos como estado, es cuna de la revolución social de México, cuando el ideal zapatista influye sobre diputados constituyentes notables como Pastor Rouaix, Antonio Díaz Soto y Gama, Luis Manuel Rojas, Francisco J. Múgica y Alberto Terrones Benítez, que plasmaron en el texto constitucional los derechos de los comuneros, dieron forma a la institución del ejido y el reparto agrario para destruir finalmente los latifundios”.
“Cuando en el artículo 123, hubo un cambio profundo en la relación del Estado como mediador entre los factores de producción y como defensor de los derechos de los trabajadores”.
(Sobre Francisco I. Madero)
”Dejó como gran lección que los malsanos apetitos de poder y las reelecciones sólo producen represión de las ideas y de las personas, cercenan la libertad y perpetúan los vicios, la codicia y las prácticas que castran la voluntad de los pueblos. La falta de democracia se apareja con la ausencia de la justicia y la venalidad de los tribunales, la carencia de la libre expresión y de la sana crítica. Entre más autoritario es un gobernante, más limita las críticas y las quisiera desaparecer. Más le molestan los comentarios negativos y acusa de ingratitud”.
“Para algunos de los jóvenes de esta generación, es muy lejano hablar de la Revolución Mexicana, de sus alcances, de sus logros y de la manera en que fue traicionada. En el pasado reciente, se abusó de la denominación Revolución Mexicana, y con el paso de las generaciones dejó de ser símbolo, ideal, lucha transformadora y se convirtió en mero objeto de mención en los discursos, pero dejó de explicarse y por tanto, de entenderse”.
“Con esa omisión, crecieron muchos de nuestros hijos, fueron ajenos y al no transmitirse sus principios, la ideología que se formó en ella, y dio origen a instituciones, se perdió el rastro de sus valores, no porque no existan sino simplemente porque dejamos de inculcarlos”.
“Pese a todo, cumplió su objetivo social: transformar un país, hacer realidad el apotegma de Morelos cuando expresó su deseo de que “el hijo del más humilde labriego y del barretero fuesen educados igual que el hijo del más rico hacendado”.
“A la vera de la Revolución, de sus ideales, en nombre de ella, fue posible la permeabilidad social, la formación de clases medias, pero sobre todo que el hijo del campesino llegase a ser profesionista, que el del más modesto obrero fuese a la universidad, que la nación viviera etapas de progreso que en un tiempo la sacaron de la inmensa postración que se había vivido en el pasado”.