Colosio es la última gran figura del priismo, no por víctima, que lo fue y de gran dimensión, más porque lo que dijo aquella tarde quedó sellado en muchísima gente. Encontramos a personas no necesariamente priistas que acudió y lo comentan. Hay un buen número de colosistas que discretamente lo recuerdan cada 23 de marzo. Uno de ellos, congruente y agradecido con su amigo, jefe y proyecto, Víctor Samuel Palma César, la referencia del colosismo nacional hoy y hace 17 años, no gusta mucho de tratar el tema en busca de fortalecerse en el terreno político. Él está, ha estado, siempre, en el modelo que dejó como norma su amigo, el que iba a ser un presidente de México diferente. Samuel Palma, político de los llamados nacionales, hace talacha al frente del Sector Popular del PRI de Morelos y su tarea es de acuerdo a su trayectoria: profesional al cien.
De un sinfín de ocasiones que hemos conversado con este gran amigo, en las que surge la figura de Luis Donaldo Colosio a Samuel se le reafirma el rostro. Aprendió la disciplina del sonorense, asimiló enseñanzas de manejo político que no cambia, al contrario, las refuerza. Conocemos desde siempre a Palma César, nos queda claro que el miércoles reflexionó sobre su amigo y jefe caído hace 17 años y siguió con el compromiso de honrarlo. El referente de los medios cada aniversario de la muerte de Luis Donaldo es Samuel Palma. Encaró la embestida de la tecnocracia que se apropió el poder con Ernesto Zedillo, en días, meses y años tan complicados como peligrosos. Puntual en sus expresiones nunca se negó a una pregunta en los grandes espacios noticiosos, pero profesional en protagonismos.
Por ello Samuel Palma es respetado. En muchos lugares la figura de Colosio la relacionan con los políticos que continuaron en la brega tras su muerte y el más constante es Samuel Palma. El último evento profesional, con esencia, que el columnista vivió con la presencia de la política—política fue hace dos años en La Casona Spencer donde no hubo desperdicio en el verbo, en la anécdota, pero sobre todo en la propalación del discurso y proyecto de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Lo encabezaban tres políticos profesionales bajo la organización de la Fundación Colosio en Morelos: Rodolfo Becerril Straffon, el cercano colaborador, senador y amigo personal del sonorense José Luis Soberanes y, desde luego, Víctor Samuel Palma César.
Lo dejamos escrito en este espacio en ese momento y hoy lo ratificamos: hacía años que no sentíamos, escuchábamos y olíamos la esencia de la política—política y lamentamos decirlo hoy: tras ese día, la ausencia de la política indica, ratifica, prueba, que sigue desaparecida y urge encontrarla. Por ello, celebramos que bajo el sentido oficial de la reunión mensual de la CNOP morelense, Samuel Palma y los que ahí estuvieron sentían la compañía del Último Gladiador del priismo nacional, el sonorense Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Presunto Culpable
Conocemos desde jovencito a Miguel Ángel Rosete Flores, cuernavaquense al que ayer mediáticamente se le ubicaba como un peligroso personaje al que la justicia debe someter. No sabemos exactamente la situación que guarda la administración de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. No conocemos más que de lejos –y en la prensa-- al rector Fernando Bilbao Marcos. Sí, sabemos de las condiciones financieras difíciles de la UAEM y de algunos eventos a partir que el señor Bilbao asumió la rectoría. El que escribe se declara ignorante de lo que guardan las entrañas de la llamada Alma Mater morelense.
Lo que no vamos a estar de acuerdo nunca es lo que ayer nos parecía más una advertencia con tintes de linchamiento en contra de Miguel Ángel Rosete, abogado ya, listo para ser maestro en derecho, inquieto cercano a la hiperactividad, pero nunca un delincuente. Ayer, insistimos, el atrevido Rosete –si porque hizo una denuncia pública que muchos conocen—ya parecía un miembro más de la comunidad del penal de Atlacholoaya. Hace unos días publicamos un documento firmado por él que por un error cibernético del que escribe, no apareció con su nombre.
Hoy, observamos el camino de la ejecución académica de un morelense que cayó, justo en medio, de la tela de juicio que envuelve al ciudadano rector y sus principales colaboradores. Antes que la procuraduría haga algo, ya una agente del MP está en el banquillo de “la tremenda corte” y preparan el cadalso para colgar (académicamente, claro y si les creen jurídicamente) al nativo de Chulavista aquí en Cuernavaca.
Diría Luis Fierro de Jiutepec: “que manchen pero no se lleven al burro”.